El aburrimiento y la soledad se alimentan el uno al otro. Algunos consideran que la soledad es el peor estado en que puede caer una persona. Otros creen que el aburrimiento es una forma agradable de ir cambiando sus vidas, experimentar más, para así crecer como personas. Pero es eso, o, ¿en realidad el aburrimiento solo es una forma de evadir la soledad?
El ser humano debe repetir de manera casi obligatoria sus actividades. Porque todas las personas toman decisiones que afectan a sus vidas, las cuales son tomadas por voluntad propia. Cuando uno toma dicha decisión al principio, todo es agradable, divertido y se lo hace con gusto. Pero pasado un periodo de tiempo, lo que era perfecto, se vuelve tedioso y uno desea cambiar esa situación. Hoy en día, todos nos quejamos acerca de nuestros quehaceres diarios. Solemos decir que no queremos hacerlo más, porque no hay gracia en nuestras vidas. Siempre queremos cosas nuevas, amigos diferentes, en fin deseamos la vida de otro.
Enfrentar la soledad es difícil. No muchos lidian con ella, porque piensan y sienten que no es posible ser una isla. Es verdad que no podemos vivir enajenados de los demás, pero si podemos pensar, sentir y actuar por nosotros mismos. Existe un momento en nuestras vidas, en la que nos enfrentamos a ella, suele ser desagradable, porque solemos recordar cosas que han sido desagradables y eso hace que nos alejemos más de las personas. Las personas que han probado la soledad suelen ser tímidos, tratan de apartarse del mundo externo y no cuentan sus sentimientos.
El ser humano atraviesa ciclos de aburrimiento y soledad a lo largo de su vida, pudiendo ser que cada uno de ellos alimente al otro. Llegado un momento, el aburrimiento provoca la necesidad de querer experimentar la soledad. Quizás no sea voluntario, pero toda persona necesita tener una comunión con su “yo” interno. Por otra parte, la soledad puede generar el aburrimiento por la vida. Esto es así, porque toda persona necesita del otro para poder intercambiar ideas.