Mi manzana mundo cayendo
y muriendo, no paran de morder
su verde prisión.
Nunca nadie paro bajo el árbol
de las suplicas a escucharlos.
Si, ahora estoy fuera, solo dalias
sangrantes que perfumas,
las sombras de mi alma.
Perfume imperfecto de una
imperfecta mujer, hostigada y maltratada.
En la comodidad de nuestros asientos
nos lamentamos, y seguimos, no paramos,
se derrama, se chorrea, se deshace.
Acongojada a la mirada mortal
del ave negro, picoteando cabezas sin ideas,
ideas con pereza y la luz y la culpa, alejados,
como muertos de festín en un entierro, mundanos.
Si, ahora están fuera, sin sueños en pozos,
abducidos por la macabra tempestad
de sensaciones, de imágenes que repetidamente
van y vienen sin ningún sentido ni fin
Solo el de atormentarnos, y lo consiguen, sin mas.
Aquella vieja mujer para en la encrucijada,
el hombre del sobretodo gris, en la noche.
La mujer que nunca nos amo y amamos,
los viejos, los perros, el ladrido del sauce llorón
que ladra lagrimas de piedad para que el hacha no
lo haga leña, o madera, o viruta...
Luego las aves vendrán a buscarlo como siempre,
a limpiar sus hojas de parásitas vidas, ya tarde, en la noche,
sin rumbo fijo, irán a morir también, en otro árbol, manzana.
Sapo
|