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LA ESPERA

Personajes:

Hijo...................11 años
Hermana........... 7 años
Padre................. 37 años
Madre................ 39 años

DÍA 1.
Al centro del escenario se ve un cuadrado pintado de rojo en el suelo. Las luces sólo iluminan este sector delimitado. Lo que hay fuera de éste se encuentra completamente oscuro. Dentro del cuadrado, se ve un camarote, una cocina, muebles y una mesa de comer con cuatro sillas que la rodean. La madre fríe cuatro cortes de pescado apanado. El aceite sale hacia todas partes. El padre, recorre toda la casa juntando cuchillos y palos dejándolos sobre la mesa. Los hijos observan la situación desde el camarote. Ambos están sentados en la cama de arriba y los pies les cuelgan moviéndolos ansiosos.

El cuadrado comienza a girar. Los pies de los niños comienzan a tambalearse con mayor rapidez, el aceite provoca aún más ruido y explosión y el padre acelera su búsqueda. Exhausto, el padre se sienta en una de las sillas y el cuadrado/hogar deja de girar. Detención. El hijo comienza a bajar la escalera del camarote y se detiene en la mitad.

HIJO: Nunca en mi corta vida habían estado tan asustados. Podía ver el miedo (hasta podría decir el terror) en los ojos de mis padres. Ellos que todo lo podían, que a nada le temían, que tantas veces me habían defendido de cucos y hombres de la bolsa, hoy, tenían tanto temor como yo. ¿Por qué? ... Siete hombres llegarán a esta casa, siete hombres vestidos de negro y blanco. Invadirán esta casa, matarán a mis padres y a mi hermana. ¿Y yo? Eso lo sabrán cuando termine esta obra.

El hijo termina de bajar la escalera y se sienta junto al padre. Ambos se quedan mirando los cuchillos y palos que hay sobre la mesa. El hijo intenta coger uno y el padre lo detiene con la mano.

PADRE: No hijo. Te puedes cortar.
HIJO: Quiero aprender papá. Te quiero ayudar.
PADRE: Pero hijo...

La madre estalla en llanto. La hermana por consecuencia llora también. Ambas se detienen.

El hijo coge uno de los cuchillos de la mesa y comienza a realizar movimientos de luchador con el “arma”.

HERMANA: (riendo efusivamente) Te pareces al mono de los comics. ¡Te sale igual!
HIJO: Sí. ¡Soy He-man! Y voy a salvar a esta familia de quienes quieran atacarla.
MADRE: ¡No! Ya no hay nada que hacer.
PADRE: No digas eso. ¿No crees acaso que aún hay esperanzas?
MADRE: Ya has visto lo que ha pasado con los otros. ¿Eres tan iluso como para creer que un par de palos nos van a sacar de esta? (Silencio) Nos delataron. En cualquier momento vendrán por nosotros. (Saca cuatro platos y sirve los trozos de pescado). Saquen todo de la mesa, vamos a comer.

El padre deja los cuchillos y palos debajo de la mesa. Todos se sientan a comer en silencio. El cuadrado /hogar comienza a girar. En la pared del fondo de la sala se encienden pequeñas ampolletitas que conforman una frase escrita. Finalmente se leerá: 72 horas después.

DÍA 4.

HERMANA: Mamá tengo hambre.
HIJO: ¿Hambre? Pero si hay mucha comida. Me encanta este sándwich (Coge un panecillo imaginario y le da un mordisco). Mmmm que rico. Creo que ya no puedo más, estoy llenísimo. ¿Lo quieres? (La hermana lo observa con la boca abierta. Después de un rato estira los brazos y recibe el sándwich imaginario del hijo y se lo come con ferocidad. Los padres que siguen sentados permanecen con la cabeza gacha durante toda la escena).

HIJO: (Susurrando) Hermana....
HERMANA: ¿Que?
HIJO: Shhh (la hace callar). Debemos pensar en algo para que los papás se rían. Tenemos que hacer que dejen de tener miedo.
HERMANA: (Susurrando también) Pero yo también tengo miedo. ¿Tu no?
HIJO: Sí, pero nosotros somos chicos, y podemos imaginar.
HERMANA: Ah verdad.
HIJO: ¿Viste? Así que... ¿que hacemos?
HERMANA: Mmmm... Podemos mezclar jabón y agua y hacemos una burbuja gigante donde quepa esta casa entera y nos vamos volando a otro país.
HIJO: No po... (Los padres comienzan a levantar la cabeza) Después te explico.
MADRE: (Levantando la cabeza) Hija, ayúdame a lavar la loza por favor.
HERMANA: Bueno.
PADRE: Hijo, ¿jugamos ajedrez?
HIJO: Bueno.

El padre saca un tablero pequeño de ajedrez de un cajón. La hermana y la madre retiran la mesa y comienzan a lavar. La pequeña recibe los platos y los seca.

El padre y el hijo ordenan las piezas del ajedrez. Una vez hecho esto, el padre toma un peón de cada color y los esconde cada uno en cada mano.

PADRE: (Mostrando el torso de las manos) Elige.
HIJO: La de la izquierda.
PADRE: Blanco, tu partes.

Cambio de luz. Todo queda en silencio. Se oyen disparos a lo lejos.

MADRE: Ya vienen.

La hermana mete sus manos en el agua de la loza y formando un aro con sus dedos de las manos comienza a soplar y a hacer burbujas que se revientan en cada intento.

HERMANA: (Al hijo) No sirve de nada imaginar. Eres un mentiroso. ¡Mentiroso!

La madre tapa la boca de su hija con la mano y todos se quedan en silencio. El ruido de balas continúa. Se detiene. La madre toma en brazos a la hermana y se acuestan juntan en el camarote de abajo. Los hombres guardan lentamente las piezas de ajedrez. Mientras lo hacen, las luces comienzan a bajar hasta llegar al negro.

DÍA 5.

Está encendida la radio. Se escuchan Los Beatles: “A hard days night”

“It's been a hard day's night, and I've been working like a dog
It's been a hard day's night, I should be sleeping like a log
But when I get home to you I find the things that you do
Will make me feel alright”

El padre y la madre cantan. Los niños cantan también, pero en un inglés chamullado.
Los cuatro ordenan la casa. Los niños hacen la cama. El padre barre y la madre limpia las superficies de los muebles. Una vez que cada quien termina su labor se sientan a la mesa. La madre corta la música.

MADRE: (Al padre) ¿No te parece raro?
PADRE: ¿Que cosa?
MADRE: Que no hayan llegado aún.
PADRE: No. Creo que decidieron no hacerlo.
MADRE: Dios te oiga.
PADRE: (Sonríe con ternura) ¿Dios? ¿Cuando me has hablado de Dios?
MADRE: No sé... nunca. Sabes bien que ni siquiera me sé el Padre Nuestro.
PADRE: Lo sé. Por eso me encantas (la besa suavemente en los labios).

El hijo se dirige hacia uno de los cajones y saca un cuchillo. Comienza a realizar los movimientos de He-Man. La hermana va donde sus padres y los abraza. Se quedan un momento así.

HIJO: ¿Por qué ahora? ¡Nadie los quiere aquí ... (Reflexiona un momento) Voy a guardar este instante dentro de una caja de fósforos. (Toma una caja y bota todos los fósforos que hay en ella. Gira sobre si mismo con los ojos cerrados y con la cajita en sus manos. La cierra lentamente. Abre los ojos). Ya vienen.

MADRE: ¿Y tú hijo? ¿No te unes al abrazo colectivo?
HIJO: No. Tengo que salvar al mundo. ¡Soy He-Man!
PADRE: (A la madre) Déjalo, está jugando.

La hermana comienza a llorar.

MADRE: ¿Hija, qué pasa?
HERMANA: (Entre sollozos) No me gusta que maten a gente. No me gusta que desaparezcan a las personas. No me gusta que las obliguen a hacer cosas que no quieren.
MADRE: Tranquila mi niña. Eso no pasa en este mundo.
HERMANA: ¿Cuál mundo?
MADRE: El nuestro.
HERMANA: ¿Y que pasa si alguien entra a nuestro mundo? ¿Y nos obliga a hacer cosas que no queremos?
MADRE: Nunca nadie va a poder entrar a nuestro mundo hija.
HERMANA: ¿Segura segura?
PADRE: Segura.

Comienzan a escucharse pasos a lo lejos. Éstos se acercan cada vez más. La luz comienza a parpadear.

PADRE: Ya es tarde.
MADRE: Es verdad. Vamos a acostarnos y a dormir.
HERMANA: Y a soñar puras cosas lindas.
MADRE: A soñar con nuestro mundo.
PADRE: Hijo. Deja ese cuchillo. Ya has entrenado suficiente.
HIJO: Nooo… Déjame un ratito más.
PADRE: No, ya escuchaste a tu mamá.
HIJO: Ay... ya.

La hermana se acuesta en el camarote de abajo y el hijo en el de arriba. Ambos padres besan a sus hijos. La madre saca una vela de uno de los cajones y la enciende con uno de los fósforos que quedaron en el suelo.
La luz se apacigua, y la casa queda en penumbras. Los padres se sientan en la mesa y se miran largo rato. Se encienden tres lucecitas en la pared del fondo de la sala formando así la imagen de unos puntos suspensivos. Tocan la puerta. Se ven siete siluetas de hombres rodeando la casa. Se ven además las siluetas de sus armas. Se escucha el ruido de un tono monótono y grave. Se prenden las luces externas al cuadrado. Uno a uno van entrando los hombres vestidos de negro y blanco. Se los ve dialogar con los padres. No se escucha lo que dicen. Uno de ellos coge al padre del pelo y lo arroja contra la pared. Otro toma a la madre de la cadera y la aprieta contra sí. Se ve a los hijos acostados en sus camarotes con los ojos abiertos. Los hombres armados no los ven. El hijo cierra los ojos. Apagón.

DÍA 6.

Desde la oscuridad, se escucha el freír del aceite desde la cocina. Las luces se prenden e iluminan tanto el cuadrado de la casa, como el exterior de la misma. Cuatro hombres toman desayuno sentados en la mesa. El hijo abre los ojos lentamente. Busca con la mirada a sus padres y hermana. Al ver a los hombres en la cocina, el hijo se esconde entre las sábanas.

HIJO: Cerré los ojos sólo un momento. ¿Cómo pasó tan rápido? (Busca el cuchillo que tenía guardado bajo la almohada). Esta lucha no acepta héroes, o tal vez los verdaderos héroes no usan cuchillos… y yo… yo no soy un héroe. (Baja las escaleras del camarote y se detiene a medio camino). Cuando levanté la cabeza, vi a cuatro personas extrañas, totalmente ajenas a mi y a mi hogar, desayunando. Tostadas con manteca y mermelada, y café con leche. Me miraron con muchísima sorpresa, entonces sin dudarlo, levanté el cuchillo, me acerqué lentamente... y lo apoyé con suavidad sobre la mesa. Puse mi sonrisa más amistosa, me senté y comencé a desayunar.

El hijo se sienta junto a los hombres, coge un pan y vierte mermelada sobre él con su cuchillo. El cuadrado/ hogar comienza a girar. Las luces se apagan lentamente.


FIN.

Texto agregado el 02-10-2008, y leído por 129 visitantes. (0 votos)


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