A veces no es fácil mantenerse distante,
imaginando
que ella en algún rincón aún piensa en mí,
que ellos en la cima realmente me conocen,
que mi existencia es más que teoría.
Pero me dejo llevar por cualquier fantasía,
me lanzo a aventuras imaginadas,
me ilumino con aquel recuerdo distante y doloroso,
aunque ella elija no existir,
y se haya exiliado al país del fracaso.
No es fácil, muchas veces,
pero qué sencillo y liberador es volar,
convertirse en humo,
sucumbir a esas malditas catarsis,
a esas pésimas razones,
a ese amor inevitable.
A veces no es fácil dejar de estar perdido,
nutriendo corduras que, por ser tan reales,
te despojan de todo.
Pero, ¿acaso todo no es una ilusión?
¿Cuánto hace que no me doy cuenta
de que estoy solo?
¿Cuánto hace que no
necesito el amor?
Mentiras o verdades,
razón o locura,
la casa vacía,
los ruidos que hacen compañía,
la música de fondo,
un vino tibio,
un corazón congelado,
una metáfora aún por nacer,
dos dólares en la cartera,
mil deudas en espera,
un cigarrillo encendiendo
futuras nostalgias,
mi otro yo, apesadumbrado,
la luna llena,
tú, que ya ni sé quién fuiste,
y yo, que estoy cambiando de piel.
El de la foto no soy yo (¿Te desilusioné?)
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