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ESPIA NOCTURNO



El invierno tornaba la noche tediosa, cubriendo la ciudad con un manto oscuro de fría soledad, invitándonos con alardes a dormir mas temprano y obligándonos a añorar las largas tardes de verano.

La tenue luz ámbar de los faroles contribuía a crear un ambiente lóbrego y sombrío, las finas gotas de rocío que caían esparcidas desde el cielo monocromo, delineaban la superficie de todo lo que estuviese a su alcance, glaseando todas las cosas de un brillo escarchado.

Una a una se consumían las luces, las sombras se expandían desde el infinito, solo algunos parecían ser inmunes a las conocidas pero fulminantes artimañas de la noche invernal, que cerca de las doce preparaba su emboscada final, persiguiendo a los noctámbulos con su frío aliento, crispándoles los ánimos y birlándoles las ganas de quedarse al viento, tratando así de impregnar en el ambiente su omnipotente voluntad de destierro.

La lluvia que caía sobre su cabeza no parecía inmutarlo, solo estaba ahí, sentado en la vieja banca verde del parque, mirando hacia el suelo, como buscando la respuesta a sus problemas. El tiempo parecía detenerse en su mente se mostraba inmóvil, inalterable, tanto que ni el grito de unos niños que corrían a su casa por la lluvia parecía llamar su atención.

¿Que habría en su mente?, ¿Que pensamiento lo dejaría tan atónito?, ¿Que lo dejaría tan indiferente a todo?, Me preguntaba yo, que lo miraba desde hace largo rato desde el balcón de mi casa. La distancia y la poca luz distorsionaban la imagen que percibía de este hombre, sus ropas oscuras se desfiguraban en la noche y la sombra que proyectaba la visera de su gorra ocultaba la expresión de su rostro, pero su crecida barba blanca delataba su avanzada edad.

Junto con su inactividad lo que me extrañaba de este hombre era la soledad que denotaba estar en el rincón mas alejado y oscuro del parque, donde solo crecían algunos arbustos, y apenas se asomaban algunos rayos de luz extraviados.

Solo alcanzaba a verlo de perfil, y esto limitaba mi visión impidiéndome descubrir mas detalles sobre aquel enigmático hombre. Fue por eso que me abalance sobre el balcón y pude divisar con dificultad que tenia un papel blanco doblado en la mano izquierda y algo que parecía ser una bolsa negra con aplicaciones moradas en la mano derecha.

Este nuevo descubrimiento fue el detonante, que hizo divagar delirante a mi mente formulando diversas teorías, ese papel tenia que ser la causa de su estado de completa inmovilidad, estaba casi seguro, ¿pero que contendría? ; Tal vez seria una orden de embargo, los esfuerzos de toda una vida se iban al agua por algunas erradas decisiones; O tal vez un diagnostico adverso de una prueba medica, en la que se detallaba los síntomas que corroboraban las sospechas de una enfermedad incurable, nada más fulminante en vida que una inevitable muerte anunciada.

De pronto inclino su cabeza bruscamente hacia un costado, como quien aparta sus pensamientos del problema, negándose a aceptarlo por el dolor que le causaba. Aprovechando el suspiro para inhalar un hilo de aire que colme los pulmones y le permita expirar la humareda asfixiante que lo atosigaba.

Entonces pensé que tal vez era una carta lo que tenia en su mano izquierda de un ser querido u otra persona, en la cual le manifestaban alguna tragedia ocurrida, pero esta igual que las otras eran solo suposiciones infundadas, lo más sensato hubiera sido dar media vuelta y dejar todo esa fantasía de espía nocturno, pero la sensatez no es una cualidad que predomina en las mentes pueriles ávidas de fantasías y sueños realizables.

Los fríos vientos comenzaban a esparcirse ondulantes en la atmósfera, sacudiendo las ramas de los árboles con violencia, reconociendo en cada hoja arrancada un esclavo maniatable, espantando a las aves, bailando danzas místicas y alargando sus infinitos brazos tratando de arrebatar todo lo que pudiesen cargar y llevarse consigo. Sin embargo la lluvia no los ayudaba, impidiendo que barrieran el polvo, revolotearan a su antojo las hojas vencidas, despeinaran a las personas incautas, empapándolo todo para que tuvieran mas consistencia y opusieran resistencia estoica a los vaivenes del viento.

El papel no había sido alcanzado por la lluvia, tenia un paraguas humano en el torso encorvado de su amo, apenas sujetado con la punta de los dedos, parecía desdoblarse con el paso de los raudos vientos, y De repente esta se libero precipitándose hacia el abismo y naufragando en el piso.

Luego de escasos minutos dilatados por la perenne vigilia, escuche un ruido de cristales que chocaban contra el piso, supuse entonces que como era un hombre viejo, tenia los lentes con los cuales había leído aquel papel en esa bolsa negra, la cual también había dejado caer, en una evidente muestra de desarraigo de la realidad.

Fue en ese momento que sentí unos pasos firmes que venían hacia mí, era mi madre, que con voz imperativa me ordenaba que ya me fuera a dormir. No tuve otra opción, mas que irme a dormir con las ganas de saber que pasaría con aquel hombre que estaba postrado como una estatua sobre esa banca.

Me quede intrigado, acostado con los ojos cerrados invocando al sueño, revolcándome en la cama esquivando los pensamientos que junto con las sabanas frías, me perturbaban, y me agriaban la placidez de un profundo sueño. Pero sabia que el momento tendría que llegar, no era la primera vez que esto me pasaba.

A la mañana siguiente el estruendoso ruido del despertador hizo que me levantara de un salto, eran ya las 6:00 AM, fue casi instantáneo que recordé a aquel hombre, me cambie rápidamente, corrí hacia el balcón. Enfoque la mirada directa a la vieja banca, di un vistazo hacia los alrededores de esta, pero el ya se había ido, finalmente había decidido dejar su dolor atrás, había vuelto del decadente mundo de los lamentos a la realidad.
Pero más grande fue mi sorpresa al ver aquella bolsa negra y aquel papel aun tirados sobre la acera, felizmente para mi curiosidad el viento no se las había llevado, baje de inmediato por las escaleras pensando en que ojalá la lluvia no haya corrido del todo la tinta y aun se pueda leer la carta o lo que fuere, abrí la puerta principal de mi casa y me dirigí hacia aquella banca con un raudo caminar, a unos pasos de esta divise que aquella supuesta carta, era solo un pedazo de papel higiénico blanco doblado, me seguí aproximando lentamente un poco desilusionado, ordenando mis pensamientos, tratando de crear una nueva hipótesis que justifique los hechos, pero mas grande fue mi desilusión que al aproximarme y coger la bolsa tenia esta dentro trozos de vidrio de una pequeña botella de licor. ¡Diablos! Era un simple borracho dormido. ¡Y todo lo que yo había imaginado!.


Texto agregado el 03-05-2004, y leído por 373 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
14-10-2010 Me sentì protagonista de tu imaginaciòn con todos los vaivenes y conjeturante antes del inesperado final. Muy bueno. pampita
13-01-2010 Me llevó de la mano el cuento, y no imaginaba la vuelta de tuerca final, aunque sabía que vendría. Un cambio drástico a tu estilo, pero siempre la misma calidad. Un abrazo de un amigo. renovarse
14-08-2009 ME ENCANTO!!! MIS*****:) alasblancas
28-07-2008 vaya muy buena narrativa, descriptiva engarzante...jejeje la imaginaciòn vuela. luzyalegria
11-07-2004 Pausado, descriptivo, intrigante... "Los niños siempre saben lo que miran, aunque lo que vean no siempre, afortunadamente, se corresponde con la realidad. Y el desenlace? Un inesperado contrapunto que por su sorpresa siempre nos libera de nuestras angustias contenidas. azulada
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