La Señora fea

Ayer vino la mamá de una paciente y me trajo de regalo un paquetito de galletas, curioso el hecho porque hasta hace seis meses me odiaba de gratuito, no podía entender a la señora fea y claro no me importaba tampoco, sobretodo por sus desplantes y su manera tan vulgar de hablar . Yo no le había hecho nada, siempre atendía bien a su hija de 6 años que para desgracia tiene un retardo psicomotor moderado, Me parecía altanera, soez, vulgar y dispuesta siempre a la confrotación.
La señora fea es conviviente de un obrero de la Empresa. Con el tiempo le fui agarrando un rechazo que odiaba solo de verla acercarse a la ventanilla de citas.
A fines del año pasado tenía que tomar el vuelo de Arequipa y para ello tomé un bus en Ilo. Hacía frío esa mañana y el día todavía no clareaba. Compré un paquete de galletas en el kiosko de la Estación y aguardé por el Bus. Y como esta vida tiene siempre sus ironías, en el mismo Bus viajaba también la señora fea y no habiendo otros sitios disponibles se sentó a mi lado. Pegado a la ventanilla solo procuraba mantenerme alejado de tan embarazosa situación mirando el paisaje brumoso de la mañana y rogando que pasara pronto el tiempo. A medio camino tomé el paquete de galletas , lo abrí no con poco esfuerzo que golpée apenas a la señora fea en el brazo ,había abierto ahora los ojos y me clavó una mirada que me heló las entrañas. Esbozé un sonrisa tonta , que más parecía una solicitud a la piedad, deslizé una galleta en la boca y no me quitaba la vista de encima. Entonces deslizé otra galleta del paquete y se la ofrecí tímidamente. Tomó la galleta y empezó a engullirla, si ése es el término, pero no me quitaba la vista de encima. Mi suplicio duró lo que demoró en acabarse las galletas que alternadamente íbamos consumiéndolas. La señora fea se bajó en un poblado antes de llegar a Arequipa y cuando se despidió su mirada ya no me parecía tan dura.
Al llegar a Arequipa y recordando todavía el episodio con la señora fea abrí mi maletín de mano para buscar mi billetera y allí burlonamente estaba, para mi sorpresa ….el paquete de galletas que había comprado en el kiosko.

Dulces sueños
Alito