MITAD Y MITAD…
Yo no he vuelto a dibujar, en realidad sólo hacia bosquejos. Pero eso ocurrió hace diez años, antes
de que fuera peluquera. Ya mis manos se dedican a cortar cabellos, tengo que conformarme con
hojear los comic de las revistas que están en la peluquería.
Eso sí, no me dejo sugestionar por expertos, sé que aquel retrato quedo bien. Era un retrato de lo más genuino. Cuando lo expuse en el parque Codazzi los curiosos se escandalizaron. Lo bauticé “Mi prima Carlita y su perrita fifi". Un reputado dibujante que por pura casualidad lo vio, dijo que sin duda era excelente obra de una pupila
de Zapata, le agradecí sus comentarios, pero ya se sabe que ellos siempre están dispuestos a
regalar influencias que no son suyas. Lo cierto del caso es que muy pronto el retrato se olvido, una entrevista en una revista lo esboza y guardé con amor aquel recorte de revista que decía:
“La creadora del retrato Mi prima Carlita y su
perrita fifí se maneja entre lo absurdo y la realidad. Su línea es muy estilizada. El carboncillo expresa y resalta todos los rasgos finos y delicados del retrato (no es una dibujante de objetos). Sin embargo, se nota que aun no domina la técnica con profesionalismo y sus trazos son en algunos
momentos rústicos. Si depura en el retrato
tiene posibilidades…
Ya ese recorte se añejo en una vieja agenda. Por eso mí sorpresa fue del tamaño de una catedral, cuando supe que ahora,¡diez años después!, la casa de la cultura ha decidido por recomendación de un respetable jurado, concederme el premio El lapíz de oro, por el aporte al acervo cultural de la ciudad especialmente el retrato Mi prima Carlita y su perrita fifí, el cual, de acuerdo con el veredicto, captura la realidad de un momento y lo
dimensiona. (Desde hace ocho años Mi prima Carlita y su perrita fifí decora las paredes de un bar de la parroquia los tacariguas).
La impresión me iba liquidando cuando me dieron la noticia. Después de la gran impresión me dediqué a pensar en el discurso,
lo he meditado mucho, ya no tiene gracia rechazar un premio, ahora lo más importante es recibirlo.
Llegue en mi carro a la casa de la cultura y sobreponiéndome al susto, me subí al escenario
y dije:
Respetables damas y caballeros. Amigos todos. Admiradores y cultivadores del dibujo, estoy muy emocionada, Ustedes, sin
quererlo, me han echado la grandísima broma de venirme a recordar que una vez fui dibujante, o
por lo menos intente serlo. Me siento un
poco apenada estimado público, precisamente, por eso de que vengan a premiarme ahora por lo que ya no soy. Pero no crean, ¡Dios me libre de tamaño desplante! Que quiera aguar mi propia celebración, al fin y al cabo, más vale tarde que nunca.
Pido disculpas por esta tonta explosión sentimental, uno se emociona tanto que algunas
veces comete estos tropezones…
Pero no soy una mujer malagradecida querido público, no tengo ninguna excusa para rechazar tan distinguido premio. Como se sabe, no hay mal que por bien no venga. Por lo tanto, estimados amigos del dibujo, concédanme en esta oportunidad la gracia de la mitad y mitad, que me parece en este caso lo más conveniente.
Estimado jurado, ustedes por favor quédense con el lápiz de oro, y hasta con el diploma, y denme a mí ese chequecito para consolarme.
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