Un adiós a mi Abuelita…

“Hay que ejercitar los recuerdos, para que al avanzar los años, enseñemos sobre la vida”


Este manuscrito está dedicado a la memoria de mi abuela Rebeca, quien no logro acceder a la Internet ni a los computadores siquiera, pero en su dulce candidez tecnológica era más sabia que 100 googles juntos o 500 wikipedias.

Sus ropas olían a café mezclado con el humo del incienso que salía del fogón, donde ardían las brazas, brindando un calor tan ardiente como su cariño. Me gusta aspirar recordando, el olor de sus brebajes, sus pociones mágicas, como la hierbabuena, albahaca, saúco y el toronjil.

Recuerdo cuando con mi abuela salíamos a cortar escobas para barrer el patio, rememoro el proceso para hacer arepas, desde la molida hasta el asado, con todo y el truco de prender carbón que nunca aprendí, y hoy evoco lavar la ropa en el lavadero, con jabón Rey, restriegue y deje al sol para que ablande el mugre o, cosa curiosa, brillar las ollas de aluminio con ceniza, o limón para las axilas en vez de desodorante, la leche para manchas de ropa. O no desperdiciar la comida sino guardarla para el calentado, mi abuela me enseñó que para armar tropel se necesitan dos, me dijo que uno podía no estar de acuerdo en algo pero mientras estuviera alterado era mejor callar.

También recuerdo mucho algunos de sus dichos, como:

• Si otro puede porque uno no
• Mas sabe el diablo por viejo que por diablo
• Empieza Cristo a padecer y su madre a pasar trabajos
• Más dura un pedo en una mochila de mallas…
• Más vale un rato colorado que cien descoloridos
• Hay al mirar la araña, hay a con que la mato, hay a con el zapato, no, no, no,
• Mi mama quis`que le mande, quis`que la plata, quis`que del mes, que si no se la manda, quis`que le vuelve, quis`que la jeta quis`que al revés
• Más vale pájaro en mano que 100 volando
• Si usted es el chulo y yo soy el burro y usted viene y me chuza el culo como quiere que no patié
• Tanto va el cantaro al agua al cántaro al agua hasta que por fin se rompe
• José, José pataniéme


O sus regaños a la hora de la comida, eran babascaídas, o que es de aquí aquí, o yo de comer les doy, ganas si no les puedo dar.

Al igual, cuando yo amanecía de mal genio, me decía, “mija amaneció con el culo destapado”… Ja, ja, ja. Mi abuelita era excepcional, también recuerdo que en su finca había un patio inmenso, su casa toda era enorme, pues tuvo muchos hijos, pero de ellos solo vivieron 6 y allí crecimos varios nietos, entre ellos, yo.

Esa era mi abuela la que con sus regaños, y consejos me formo como toda una mujer y me enseño el valor de las cosas. Hoy solo queda de ella los recuerdos, como cuando me llamaba patasola, su delicioso pan, sus deliciosos tamales, su dulce de guayaba, el arequipe de chachafruto, las deliciosas zarapas de maíz y su minisikuy…y por si fuera poco lo que en las noches no podía faltar sus ricos frijoles y el sancocho de los sábados, su termado de tinto todos los días.

Era una mujer excepcional hasta el último momento se le vio trabajando y no se dejaba decaer fácilmente.

Ella tenía amor para dar y regalar a todos por igual, en su corazón había espacio para todo aquel que quisiera entrar en él. Esa era mi abuelita Rebeca, la más alcahueta, la que tenía como misión infundir amor, unión, respeto hacia las personas que la rodeábamos.

Ya entrada en años mi abue, pasaba los días añorando sobre sus recuerdos. Cualquier momento era propicio para repetir las mismas historias con la misma intensidad de la primera vez. Era como esos discos de larga duración que giraban a setenta y cinco revoluciones por minuto, esos discos que guardaban música profunda y vivida con cantos llenos de sentimiento y pasión, pero con el paso de los años, daban un brinco a la aguja y repetían incesablemente el mismo fragmento.

Recuerdo mucho cuando nos narraba la idílica historia de su vida, era emocionante escucharla, recitaba que en su juventud mi bisabuelo la había enviado a estudiar a la ciudad de Bogotá en un colegio internado llamado Santa Teresa, era una institución de vocación a las artes, y fue allí donde aprendió a elaborar sus hermosos bordados en croché y punta de cruz… nos contaba que en ese colegio en alguna ocasión le impusieron un castigo por haber dañado un pizarrón, debido a esto le tocaba pagar pizarrón y de paso la suspenderían, pero ella como sabia de leyes dijo que no se podía castigar dos veces a la misma persona por el mismo hecho, por lo cual o pagaba o la suspendían.

En unas vacaciones viajo a casa de sus padres en la ciudad de Cajamarca (Tolima), en ese entonces mi bisabuelo Luis Enrique Vargas era el alcalde del pueblo, ante lo cual ella se dedico a prestar sus servicios como la secretaria del señor alcalde y de paso colaboraba en las labores de administración en la hacienda de sus padres, encargándose en dirigir los trabajadores, pues mi bisabuela, también llamada Rebeca, la pasaba muy ocupada realizando obras sociales. Fue en esos ires y venires que conoció a un apuesto joven que laboraba como peón en la hacienda, debido al contacto constante termino profundamente enamorada de el, el joven era un hombre generoso, responsable…ese era mi abuelito Pantaleón Blanco.

Al transcurrir los días, se empezaron a crear rumores entre los trabajadores y la gente había comenzado a comentar el romance, esto llego a oídos de mi bisabuelo, el cual no estuvo de acuerdo con ese noviazgo, el no concebía como su hija se pretendía casar con un peón. Ante esta situación decidieron casarse, pero mi abuelo le advirtió que si lo hacia la desheredaba, sin embargo a ella decidió asumir las consecuencias y buscaron una iglesia en el pueblo donde se pudieran casar, pues el amor reinaba por encima de todo, pero como todo no podía ser felicidad, su padre había dado la orden en el pueblo y sus alrededores de que ninguna iglesia los podría casar, fue así como salieron del pueblo y encontraron apoyo en una iglesia en Santa Marta (Tolima) en la cual se casaron teniendo como testigo a mi bisabuela. La pareja se comprometió en salir adelante y que no se dejarían vencer a pesar de las adversidades impuestas por mi bisabuelo, de esta manera empezaron a labrar su rumbo. Vivieron inicialmente en Guican (Boyacá), posteriormente se trasladaron a Santa Isabel (Tolima) en donde empezó a crecer la familia y por ultimo llegaron a vivir a la vereda Zanjones en Pitalito (Huila), fue allí cuando compraron un pedacito de tierra en el área urbana y comenzaron a construir la finca en la cual todos hemos tenido la fortuna de crecer, que mas que una casa ha sido un hogar.

Recuerdo mucho tenía un patio con todo, árboles que en ese entonces me parecían gigantes, una huerta y muchas rosas, en aquel sitio siempre volaban mariposas, y me gustaba perseguirlas, había a un lado de la casa un taller de cerámica el cual recuerdo mucho.

Con mis primos jugábamos en los cafetales, hacíamos casas mágicas y caminos por debajo del cafetal, trampas, y mi abuelo nos fabricaba caucheras, Mi abuela nos fabricaba vestidos para nuestras muñecas, nos divertíamos mucho, hasta teníamos un club, el cual se llamaba “Los Ositos Cariñositos” de todos mis primos, en donde la presidenta era Sonia mi prima mayor.

Mi abuelita nos contaba que mi prima Sonia le gustaba mucho jugar con las materas de la finca a que ella era la profesora y las materas sus alumnas, Me acuerdo cuando llegaba a casa de mi abuela de visita el tío mas querido por todos, corríamos como loquitos detrás de su carro y gritábamos mi tío Héctor, mi tío…era una alegría muy grande, todos los primos nos poníamos inquietos ante la incertidumbre que generaba los obsequios que solía traer consigo.

Recuerdo mucho a un muñeco llamado chuki, el cual era el terror, pues mis primos me asustaban con él, me decían diente podrido, telecom, cuatro ojos, en fin… y tras de bien feita, era chillona y cada vez que pasaba algo corría a colgarme de las faldas de mi mama, o de mi abuelita era la única que estuvo hay siempre.

Como pasa el tiempo, en nuestra imaginación los lugares nunca cambiarán y todos llevamos esa parte de niñas dentro de un montón de pequeños recuerdos los cuales hacen un gran camino de la vida de cada uno.

Con el tiempo, todos fuimos creciendo, después de la muerte de mi mama siempre mi abuelita vio por nosotros…fue la mejor abuela del mundo, siempre estuvo pendiente de la unión familiar entre sus nietos, bisnietos e hijos. Por eso su casa siempre fue el refugio para todo aquel que necesitara de una amiga, madre o abuela o mejor dicho de amor.

Por eso en ese momento sentí miedo, tristeza de quedar sola, de sentirme desprotegida, en ese instante la tristeza se apodero de mi, sentí que el mundo se me había derrumbado, pues la vida se me estaba llevando el único tesoro valioso que tenia y que por cosas del destino no lo había logrado valorar, los recuerdos invadieron mi mente y un frió recorrió mi cuerpo, pensé, en que iba hacer con mi vida a partir de ese instante, ya que se me había marchado mi madre, consejera, aliada, mi fiel amiga y compañera.

En una cama agonizando, hay estaba ella, sin poder sentir quien estaba a su lado…A los pocos momentos mire a mi alrededor, las lagrimas y la tristeza se apoderaron de todos, nietos, hijos, nueras y amigos, la casa estaba en silencio, pues se había marchado el centro de atracción de una familia, el ángel que nos protegía y nos daba amor. Observando los rostros de cada uno de mis tíos, tías, primos, primas, no pude evitar sentirme débil al igual que ellos…

Basto poco tiempo para que el cuerpo ya debilitado de mi abuelita dejara de trabajar como dios manda…eran aproximadamente las 6 PM y ella había emprendido tan largo viaje a un mundo desconocido para los mortales. Al ver su cuerpo salir de la habitación aun parecía no ser real aquellos momentos, en la sala de velación el ambiente desconsolable era irresistible el no notarlo… mientras seleccionaban el ataúd, varias personas la vestían y maquillaban, éramos varios con lagrimas en los ojos sin aun poder entender que ella estaba allí adentro, fueron largas las horas. Cada vez mas inconsolables…la luna triste asomo en la ventana y cobijo la sensibilidad de aquella noche. Se desvelo junto a ella cuidando de los suyos.

Al despertar el sol momentos difíciles llegaron, un poco dificultosos de describir y amargos para recordar. Mientras el sol se volvía más intenso era más intenso el dolor, llegaron los rezos, el canto, la misa, la oración, la comunión, las plegarias y el ultimo adiós….fue allí cuando los más pequeños nos armamos de valor y dimos nuestra despedida a quien en vida fue nuestra abuela rebeca, fueron sus nietos e hijos, amigos los que levantaron su cuerpecito ya dormido, se veía tan natural… tan radiante y tranquila, llena de paz…. fue así como la cargaron hasta la tumba en la que reposaría su cuerpo… pero que duro fue ver, como mis primos y tío le cubrían con tierra su ataúd, fue su ultimo adiós. Pero sé que donde su alma repose actualmente estará llena de paz… velando por los suyos, y estará en el corazón y recuerdos de cada uno de nosotros…

Lo cierto era que ya había partido a encontrarse con sus dos hijos, Arturo y Nelcy, los cuales para ella siempre fueron sus tesoros, pues los recordaba como esas dos estrellas que todos los días resplandecían en el universo, y que siempre estaban allí.

Lo era todo, con su partida se descompuso una familia, ya nada era igual, Hoy en día solo los recuerdos quedan de ella, el agradecimiento por todo lo que hizo por nosotros, especial mente por mis hermanos y por mí.

Ella dio su vida por nosotros, por educarnos y que fuéramos personas de bien.

Hoy en día se que desde algún lugar me cuida y me protege, ya que soy la mujer más feliz del mundo, tengo un hombre espectacular a mi lado, estoy estudiando, cumpliéndole su mayor anhelo, después de su partida aprendí que la vida es tan solo una y que hay que aprovechar el tiempo, también aprendí a valorar las cosas y a las personas que me rodean y a decir “TE QUIERO”.