La cuñada tonta
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Cuando una cuñada de T.J. Valvin, supo que el esposo de su hermana, se pasaba el día escribiendo dijo; ese se ha chalado. Cuando T.J.Valvin lo supo, se limitó a sonreír comprensivamente, sin preocuparse en averiguar cual de sus dos cuñadas había sido la autora de aquella opinión, no obstante aceptar que podía haber sido cualquiera de ellas, pues su nivel mental seguía mostrándose muy claro y evidente. T.J. Valvin entendía que el mundo literario resultara insondable para una inculta. Pero también entendió el alcance real de lo opinado por su cuñada. Sublimó la sensación con un repentino sentimiento de vacío.
Las ochenta y cinco cartas que T.J. Valvin desocupado, había escrito meticulosamente dirigidas a otras tantas empresas en demanda de un empleo, no habían obtenido respuesta. Decidió que no escribiría ninguna más. Lo que no deseaba de ninguna manera, era permanecer ocioso. Mucho antes de que su cuñada, admiradora incondicional de algunas escritoras del corazón, expresara su inesperada opinión, T.J.Valvin ya había decidido escribir, dedicarse a escribir para, entre otras razones, seguir manteniendo su inestable equilibrio emocional como una terapia última e indispensable.
Lo primero se dijo a sí mismo, es empezar. Todo lo demás, incluida la remota posibilidad de publicar sus escritos, no le importaba, consciente de que sus trabajos anteriores, seguirían su olvidado proceso sobre el anaquel de su muy estimada librería.
¿Todavía escribe? Seguía preguntando en tono despectivo la cuñada, en sus ocasionales visitas al domicilio de su cuñadísimo. Vaya, exclamó sorprendida, después de dos años de observar el garabateo sobre la blanca cuartilla número trescientos cincuenta.
Todo es relativo.
T.J. Valvin seguía con su actividad literaria, convencido de que el uso del diccionario de sinónimos y antónimos, acrecentaba su escaso conocimiento de la lengua muy a pesar de que, obsesionado en pulir las frases que escribía, no conseguía evitar alguna que otra falta de ortografía o prosodia. Más duro le resultaba el laborioso trabajo de teclear frase tras frase y folio tras folio. La incipiente miopía de su visión, dificultaba enormemente el ineludible proceso mecanográfico. Con todo T.J. Valvin, seguía frente a la máquina de escribir hora tras hora, día tras día, hasta que el dolor en la espalda se le hacía insoportable.
Dos días antes había leído la siguiente noticia en el periódico; El año pasado se editaron en España cuarenta y dos mil libros. . Esta noticia le alentó a seguir con su tarea. Al propio tiempo su imaginación desbordada, se diluía en un desorden incontenible de posibilidades e imposibilidades, de sentido común y de obnubilación, de verdades y de mentiras.
Todo ello en un frenético diálogo vertiginoso surgido a borbotones en una anástrofe violenta. Apostó que dos o tres mil de aquellos libros, no tendrían ninguna posibilidad de difusión por ser obras vacías, literatura basura. Este sentimiento alentaba su particular idea de creación. Por ejemplo decía, mi cuento titulado la Ciudad de las Tinajas de Oro, sin conseguir ser premiado en la convocatoria a la que en su día presentó, seguía siendo un cuento que la productora Walt Disney podía haber convertido en una magnifica película de dibujos animados.
En su imaginación, el fascinante y sugerente colorido de los personajes del cuento, EL gigante nictálope, El gran ladrón del mundo, y el brillo de las Tinajas de Oro, seguían reluciendo fascinantes en un crepúsculo que era más que eso, ¡un amanecer de luces y colores! Sí, todo es relativo, se repetía, mientras un supuesto genio revoloteaba como un pícaro dentro del cerebro de T. J. Valvin. Y sin poder evitarlo volvía la página de su imaginación sin terminar de escribirla. Ah, la imaginación, la loca de la casa, sin cesar de rebotar en el interior de su castigado estuche óseo.
¡ Maldita!
Son las tres horas de una fría madrugada cuando Valvin se despierta con la intención de encender la lamparita de su mesita de noche. Lo piensa y desiste. Mejor es seguir en la penumbra, en un intento por conseguir dormir de nuevo. Le resulta del todo imposible. El verso que escribió ayer mismo, revolotea en su cerebro. Debo aclarar que Valvin no escribe, más bien garabatea sobre el papel todo cuanto le dicta una voz desconocida que mora dentro de él. Una voz no del todo extraña a la que, desde hace tiempo, ha comenzado a odiar. La poesía es de mi absoluta creación. No sé si es buena o no, pero tampoco me importa se dice. La rima sigue en su espiral interminable dentro de sus sesos. La recita obsesivamente una y otra vez. Al llegar al verso que dice en ellos no me mire , la extraña voz que maltrata su dendritas, le sigue diciendo: pon un punto y coma al principio, si quieres...Lo dice como un suave susurro, insistentemente insidiosa, como un deseo sin deseo.
---¡ Maldita! ¡ Maldita! termina por decir Valvin. Deja de incordiarme, le grita
Es inútil. Es absolutamente inútil. Parece que se calla, la zorra, pero no enmudece. Permanece metida en el cerebro de Valvin con un suspiro persistente, inacabable, que le adormece en parte, pero que le mantiene en vilo. ¿Qué hago? Se pregunta en la intranquila duermevela. ¿Me levanto?. Me calzo las zapatillas y la bata y peregrino por el largo pasillo hasta mi estrecha y recóndita mesa de trabajo. La poesía es mía. Pero de inmediato, la voz se lanza sobre él, la voz desconocida, lacerante, inmisericorde:
---¿Tuya la poesía?. Tú eres incapaz de escribir sin mí.
---¡ Dios! Eres odiosa e inmoral, responde Valvin, en tanto evita despertar con su jadeo, a la esposa que yace placidamente a su lado.
---Y tu un vago, le responde apremiante. Te he dictado diez veces tres mil palabras, con las que podías haber escrito diez libros. Podrías volar, pero me parece que prefieres reptar. ¡ Eres un imbécil! , termina por decir la oculta voz.
---¿Qué insinuas?, responde Valvin. Ya sé que soy vago pero también que no merezco el premio Nóbel, ni el Cervantes, ni el Planeta.
---Ja, ja se ríe la zorra antes de callar.
---Menos mal, exclama Valvin. Podré por fín dormir.
Pero no, es otra de sus artimañas. La voz ha vuelto a usar la pausa fatídica para lacerarle con más intensidad:
---¿Tú premio Planeta? Desgraciado, concluye.
La vergüenza y la sin vergüenza.
Pero no, no quiere dejarle, no quiere que repose, como si le perteneciese a ella.
--- No ganarás premio alguno, ignorante, dice golpeándole en el centro de su amor propio.
Me levanto, verrás tú, habla Valvin arrastrando las erres. Llega al baño, enciende el calentador y remoja su cabeza mientras que el agua tibia resbala por detrás de sus orejas, hasta anegar la nuca como un somormujo para quedar sin respiración. El único remedio para librarse de la maldita voz, del eco maldito de su voz. Toma la toalla y dibuja un turbante sobre su atolondrada cabeza. Sí, se acalla, se adormece. Regresa del baño para encender un cigarrillo, que termina mojándose entre sus húmedos dedos. ¡Uf! Que mal huele este cenicero repleto de colillas. Le da un espurreo, como dice el dueño de la bodega de abajo, con el ambientador? Decide que no, que ya ventilará el mañana el despacho. Se vuelve a la cama. El carrillón suelta las cuatro notas melodiosas, quedas, sedantes, casi amables, de esta inquietante madrugada de T.J. Valvin.
Son las seis. Como ayer no durmió, hoy se acostó temprano. La vejiga le obliga a levantarse para decantar durante un largo rato por su prolongación elástica. Comienza a pensar que ha empezado en su cuerpo, lo que él ha dado en llamar el proceso de normalización, el decrépito biológico que nos iguala .La mórula de su próstata debe de estar creciendo. Se inicia el proceso?
Como no estudió medicina, lo ignora. O hace que lo ignora?
Sin embargo a su alrededor, a sus amigos, se les escapa alguna referencia sobre este punto. Incluso le hacen preguntas indiscretas y directas. ¿Tu orinas mucho?. Y a ti que te importa. Y siguen preguntando, por la noche, por la noche. Lo que ocurre (sólo las desgracias ocurren) es que ayer por la tarde tomé una taza de té como cada día, por eso aumento la necesidad de micción.
---,La única necesidad que tienes, es la urgente necesidad de aprovechar el tiempo.
--- Maldita, estás aquí otra vez, para perturbar mi sueño
--- Eres como un niño, le dispara sin contemplaciones. Y sigue Te acostaste a las nueve y son las seis. Suerte tienes de poder dormir tantas horas, a tu edad, le recrimina. Eres un vago. No tienes vergüenza.
---Qué tendrá que ver la vergüenza con el sueño?
---Pues tiene mucho que ver. En primer lugar y, de forma ineludible, vives para realizarte, a lo cual te niegas. Te niegas rotundamente a cumplir la función que en este mundo te ha tocado asumir. Dices bien, sigue hablando la maldita, has comenzado el proceso de normalización como tú le llamas. El tiempo es cada día más importante para ti. La falta de tiempo, quiero decir.
---Tiempo para qué?
---Para qué va a ser. Para realizarte
---Si tu fueras una musa brillante y concisa, yo me realizaría sin tantos problemas psicológicos (paranoicos) como estoy soportando.
---Decididamente. No entiendes nada. ¿Es que no entiendes la importancia de la importancia?. Es la obra. Es la obra, pequeña, mediana o grande. Lo importante de verdad es realizarla sin más.
---Eres una sinvergüenza, ruge Valvin. Me estás condicionando con tus silogismos. Lo que pretendes es confundirme. Más, destruirme.
---¡Vago!
---¡ Insolente!
---¡Irresponsable!
---Loca tú. ¡Sinvergüenza!
Concurrir a un certamen literario.
---Para qué necesito yo obtener un premio literario? Ya dispongo de uno.
---Tu no necesitas nada. ¡Insensato!
---Bueno, ya estamos. Me has obligado a presentar un cuento a un concurso y no he obtenido nada.
---Has obtenido una medalla de plata hace treinta años, le corrige la insidiosa. Te parece poco obtener así, de entrada, un premio de un cincuenta por cierto.? Si no fueras tan vago.
---La culpa es toda tuya, replica Valvin. Eres una musa mediadora.
---Yo te dicté un cuento de dieciséis páginas para concursar en el apartado infantil. No has cumplido las bases de la convocatoria. Por un lado no llegas y por otro lado te pasas. ¿Qué cosa esperas obtener si no cumples las bases? Meter un tema infantil para el juvenil. A quién se le ocurre.
---Pero el cuento es bueno.
---El cuento en si, ni es bueno ni es malo. Lo sacas del contexto. No tienes opción.
---La culpa es tuya mediocre, larga cansado de aguantar.
---Qué cerril eres oye todavía, a lo lejos, en el fondo de su cabeza.
---Las editoriales premian a los escritores conocidos, por aquello de la mayor difusión.. Tendríamos que ser todos unos genios para publicar a la primera. Lo que deberían hacer las editoriales, es escribir cuatro letras a los mejores concursantes, con la valoración de la obra literaria por los miembros del jurado del premio, para saber a que atenernos en el futuro.
---¡ Ignorante!.
---Qué pasa ahora?
---Pero bueno tú quién eres. Sabes que Carmen Gómez Ojea se presentó a trece concursos en un año?. Te ha pasado por la imaginación el esfuerzo y el coraje que se precisan, para mantener esta batalla? Esperas un triunfo fulgurante y rápido. A ti te están esperando.
---Ella debe tener una musa mucho más lúcida.
---No, no, Carmen tiene ilusión; por eso ha conseguido la lucidez.
---Me aplastas maldita. Mil veces maldita.
El método.
Decididamente no podía contener su imaginación. Saltaba de un tema a otro, como un pájaro enjaulado, de un extremo a otro de la jaula de su cabeza, leve, rápido, continuo, acelerado, hacia donde se mezclan las historias, las palabras y las frases que componen esa palabras, incontenibles, confusas e inalcanzables. Sin llegar a fundirlas en un crisol, en una sola y única idea. En una trama fijada en la historia homogénea. A pesar de la temida presencia o intervención de la maldita, no escribía mejor sin ella, aunque ella era el delirio, el desasosiego, la inclemencia. La locura desencadenada por retener su voz, su eco, lo que dice su voz y de que modo lo dice. Confusión metafórica aparente ¿Qué me ha querido decir con esta frase?..que desaparecerá con la práctica...Loca.
De pronto, se da cuenta de la posibilidad de reconstruir el texto inicial, sublimar el esbozo, clarificar el sentido, suavizar los sustantivos y los adjetivos, usar sinónimos para lograr una mayor riqueza del lenguaje, una fluidez mucho más amena. No, no, se repite. Lo bueno si breve, dos veces bueno. Escribir como sale la frase de la cabeza. Repetir, tachar y tachar, no va con mi estilo.
---Nada de lo que cuesta esfuerzo, va contigo.
---Estás ahí de nuevo. Bien, bien.
---Estaré aquí siempre, hasta que concluya tu proceso de normalización, al que tu llamas decrepitud biológica.
---Ja, ja, se repite triunfante. Morirás conmigo. Nunca te separarás de mí., estoy seguro, seguirás a mi lado hasta perecer junto a mí. Mejor todavía, morirás en mi.
---Sigues sin separarte de tu ignorancia secular, Enmudeceré sin que, ni tu ni nadie, entienda cuándo y cómo. Ignorarás ese momento, ese instante fatídico en el curso del cual, has de quedarte solo.
---Qué felicidad. Cerrar mis oídos a tus palabras, a tus susurros. Desconectar las dendritas de mis neuronas como de un enchufe eléctrico que se desprende de una conexión absurda, mal realizada, para conseguir detener tus chispazos.
---Chico no aprendes nada. Eso que tu llamas chispazos, no son más que ramalazos sublimados de mi ingenio, los cuales te brindo gratuitamente, para tu futura gloria.
---Y qué me importa la gloria, te he repetido mil veces.
---¡Hipócrita!. Di la verdad, timorato. Acepta de una vez que tienes miedo.
---Miedo de ti?
---Miedo de ti mismo. Sientes un miedo cerval, capaz de oscurecer la totalidad de tu cerebro. Un miedo disuelto en la nebulosa de tu razón, inhibidor de tu débil voluntad.
---¡Ugg! Resuena el rugido de Valvin. Otra noche sin dormir, sin pegar un ojo. ¿Se puede saber quién eres tú?. Mi musa?, le grita despectivo.
---No, responde la raposa, la maldita. No soy tu musa. Ella te abandonó después de escribir tu primer libro. Volverá, si vuelve, cuando recuperes el valor, la confianza en ti mismo. Yo, soy tu conciencia.
--- Mi conciencia. Yo no tengo conciencia.
--- De verdad burro, resuena lejano un eco.
---¡Ugg!. podré conciliar el sueño al fin...
---¡Ja! El eco en la cabeza.
Alcanzar la gloria. Valvin la ve tan lejana como las galaxias en el azul oscuro gravitante de su aturdida cabeza. ¡Cuánta soledad! Cuánta zozobra. Y se pregunta por enésima vez ¿para qué la gloria? Por qué la gloria?
---Cabezón.
---¡Ugg!
---Sigues estancado. No se trata de la gloria. Realizar tu tarea simplemente, cumplir en el sitio en donde estás para justificar tu presencia en un Universo múltiple y fantástico del que, aunque no quieras, formas parte. Parte integrante. Te pusieron en él como una flor en el más sugerente campo de las ideas. No para estar, para florecer más bien.
---No te pongas cursi pesada.
---Te alimentas de suspensos y de ocio. Sueñas con poder vivir sin esfuerzo, sin trabajar, peor todavía, niegas tu coraje. Trabaja y olvídate del agradecimiento.
---Miedo verdad. Ahora soy miedoso.
---Más inconsciente, diría yo.
---Bien, bien. Y dime ¿qué cosa es la gloria?
---No te enteras chico. No es la gloria, es, el deber.
---Deber. A ver, diccionario.
---No seas retrógrado. Sé que lo sabes.
---Deber...estar obligado a algo por ley divina, natural o humana. Aquello a que está obligado el hombre por algún precepto, religioso o moral.
---Mejor buscas obligación, le interrumpe el susurro.
---Obligación. Buscar obligación dices.
---Obligación, no omisión, repite la crítica.
---¡Ugg! Obligación, vínculo que...
---No. La segunda acepción.
---Imposición moral que nos impele al cumplimiento del deber
---Bien, sigue, la quinta
---Obligación: carga, miramiento, reserva, o incumbencia inherente al estado,
dignidad. ¡Ugg!
---Borrico, ya descubriste la carga. Sigue.
---o condición de una persona. Persona: cualquier individuo..
---La segunda.
---Persona: supuesto inteligente..
---Pertinaz.
---¡Gracias!
---¡Qué dices! Busca pertinaz.
---Pertinaz: obstinado, terco---Maldita.
---¡Ja¡ ¡ja!...el eco en la cabeza.
Tozudo por pertinaz.
T.J.Valvin hecha chispas. Desconectar. Desconectar urgentemente de los chispazos provocados por la maligna voz, sea de la musa o de la conciencia. Eso tengo que hacer sin demora. Tozudo, obstinado, terco... la madre que te parió, tu y tus chispazos. La demencia, la senectud, la muerte es lo que me estás brindando.
---¡Ja!, en la cabeza, pero ahora, mucho más fuerte. Pertinaz suena como más positivo, más sugestivo, más real. Sugiere esfuerzo, no ofuscación, negatividad, molicie, suena sin pausa la voz.
Valvin se da la vuelta, gira sobre un costado, se estira, se encoge, manotea la sábana, la almohada, ruge, suspira al borde de...
---Deber, trabajo, esfuerzo, no puedes desertar. Aléjate del vestíbulo, entra por la puerta de tus convicciones de una maldita vez maldito. Trallazo, esto es otro trallazo. T.J. se incorpora. Zapatillas, bata, agua caliente, tabaco.
---¡Mafiosa!
---¡Irreverente!
---¡Cursi!
---Borrico!. No haces nada por desasnarte. En este mundo viven ciegos, impedidos, enfermos, deshauciados que no pidieron ni esperaron su desgracia, desgracia que la sufren con dignidad, que no cesan de luchar, como una meta de su propia meta, capaces de mirar cara a cara a la muerte. Vidas heroicas, débiles féminas luchadoras innatas con nervios acerados, ejemplares, seguras de criar, formar y dignificar al hijo o a los hijos. Desgraciados que viven como ratas en los agujeros, que duermen en los bancos de las plazas públicas, mientras tú, con ojos, oídos, manos y cabeza, consumes tu vida sobre tibias sábanas; y con todo ello sin entender qué cosas ocurren en tu interior, sin querer aprovechar el potencial humano que te envuelve.¡Insensato!. Te niegas a comprender la gloria.
---¡Ah! el eco en el cerebro de T.J. Sí, la locura, la locura de un cuerdo.
Confusión
Esta noche T.J. Valvin, siente un cansancio que se le antoja del todo insuperable. El maldito contacto le hace comprender que se trata de un cansancio mental más que físico. Pero las manos, las siente fuera de sí, extrañas, como nunca hasta esta circunstancia las había sentido. Como un mando a distancia, pegadas a un cuerpo físico del que se siente huido. No es capaz de reconocer el perfil de su cara. Los brazos le parecen artilugios, las manos accesorios.. Se siente desmembrado. Será que su confundido cerebro registra una desconexión o bien, se ha perdido en una introspección retrospectiva indefinida. Nunca antes se había sentido tan aislado de la materia de su cuerpo hasta sentirse tan extraño. Llegó a entender que no era su cuerpo, que no era solamente su cuerpo el cuerpo que tenía. Se imaginó a si mismo, más delgado, más rubio, más débil, más ágil y, a la vez, más lento. No obstante, a pesar de su esfuerzo, no se reconoció en las imagines; él era otra cosa; él era él.
Decididamente ahora, su cuerpo le resultaba desconocido. Sus ojos eran el punto de mira, de referencia, en donde se mezclan su cuerpo y su alma, cuando los ojos ven. Pero T.J.Valvin no conseguía ver su cuerpo. Lo sentía como una realidad física alejada de la esencia de su atribulada mente. A pesar del esfuerzo por imaginarse distinto, mirándose en el fondo, entendía que aquella voz, no era otra cosa que la sombra de sí mismo, el eco de sí mismo. ¿Y si aquella voz tenía parte de razón? Sólo parte? - se preguntó dolido resistiéndose a admitir esa posibilidad. O todo es fruto de la alucinación que viene soportando insufriblemente. Será cierto que están locos los sabios, los creativos, e incluso todos aquellos que se llaman a si mismos creativos. O bien están sin duda rayando la locura?
---¡Ja! ¡Ja! El eco en la cabeza, en el fondo de la mente.
--- Maldita, eres tú, te reconozco...
---Abyssus abyssum invocat... susurra quedamente aquella a quien Valvin, por mucho tiempo, seguirá llamando la maldita desconocida.
---¡Uf! Dormir, dormir, soñar tal vez....
RobertBoresLuís
P.de A Marzo de l994
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