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Los carritos están sucios, el oso yogui tiene una mancha de salsa de tomate en el sombrero, Las Tortugas Ninjas tienen desteñido y lleno de tierra el antifaz, He-man esta cansado de tanto pelear, ¡fuchila... le hieden los sobacos! -Hoy les sale baño a todos los muñequitos. Decía para sí el pequeño David, que contaba con tan solo cuatro años y medio de edad.

Tomó un balde lo colocó con autoridad sobre la batea y buscó una silla en la cual se montó para abrir la llave. Su pequeño ingenio era admirable. Quizás en el subconsciente halla oculto grandes misterios de la inteligencia humana. Con poca precisión le dió vueltas a la llave y poco a poco se fue llenando el balde creando un remolino que hizo abstraer la imaginación de David hasta una película donde las vacas y la gente, los carros y los niños chiquitos eran arrastrados hacia un ciclón gigante en donde todo lo que este atrapaba, lo regurgitaba maltrecho, descompuesto y hecho calaveras.

Era el mismo remolino que se hacia dentro del balde. Sus ojitos titilaron de angustia y con un escalofrío volvió a la realidad. Cuando este se lleno hasta el tope, cerro la llave con precaución antes de que se derramara el agua, abrazó la cubeta con toda su fuerza y su lengua brotó de la boca tratando de hurgar la nariz, sus venas se brotaron por la fuerza tremenda para su edad y las gotas de sudor se diluían en el agua, pronto bajó el balde de la batea, lo colocó en la silla, y luego con especial atención lo hizo descender hasta el piso. Después de semejante faena el pequeño hombrecito quedo extenuado, se sentó en el piso de cemento con las piernas abiertas para recobrar el aliento y al cabo de cinco minutos ya estaba repuesto y preparado para quitarle la mancha de salsa a yogui, que tal vez por andar robándose los almuerzos de los campistas tuvo un accidente pegajoso.

¡Ahh! Y mucho menos podía dejar que el pobre He-man pasara pena por ahí con las axilas sudorosas. Sabía que tenía que restregarle con bastante fuerza y una panela de jabón azul para que la princesa de Eternia no saliera corriendo despavorida cuando este alzara los brazos en un intento por demostrar su amor. Tomó uno por uno los juguetes y cual padre responsable los lavó y enjuagó, les coloco champú para que les oliera el cabello rico y los dejo nadando para que disfrutaran un rato de la improvisada piscina, el estaba agachadito en el piso observando atentamente si sus hijos, creaciones de esa inquieta mente estaban disfrutando. He-man le reiteró que estaban pasándola genial, David al ver que ya no necesitaban mas de él, arrecostó los codos en sus rodillas y se llevo las manos a la cara en gesto de frustración y algo de envidia.

Yogui, y Bubu que apareció después, invitaron al pequeño a la fiesta. Enseguida cambio su humor y se animó inmediatamente, ya entusiasmado quería ser parte del juego. Todos chapoteaban reían jugaban y estaban realmente entretenidos y agradecidos por la fiesta que le había dado David. Yogui estaba nadando a gran profundidad simulando encontrar un tesoro perdido en el fondo del océano. El llanero solitario se monto encima de flipper y su fiel caballo se sintió menospreciado pues la poca habilidad que tenia para nadar, opacaba toda magnificencia del noble corcel, la sirenita estaba hablando con Tarzán acerca de como cuidarse el cabello con algas marinas, Tarzán pareció apenado. Es bien sabido que la vida en la selva es dura y no hay tiempo para acicalarse ni verse bien, siempre hay que estar alerta a los peligros que acechan detras de los verdes multitonales de las plantas.

Donkey kong se comió una docena de uvas del juego de cocinita de la hermana de David que era dos años mayor que el y que le gustaba mucho peinar a sus muñecas. Cuasimodo y las gárgolas estaban flotando tendidos de espalda viendo el cielo tan extraño que era el techo de zinc. En fin, todos eran felices en ese microcosmos que había creado el pequeño gigante.
No aguantando más sus ganas, se fue corriendo al cuarto y de la gaveta saco un short se desvistió rápidamente y se lo puso. En el colmo de la excitación se lanzo de clavado a la gran fiesta. Estaba agitado de la emoción y del orgullo porque esa súper rumba la había creado el. Pero tan rápido como llego la emoción, esta se fue sin decir adiós. Pronto dejó de moverse con la cabeza que permanecía dentro del balde con agua, pues el también quería encontrar el tesoro de yogui. Quedó arrodillado y sus manos se dejaron caer en el piso, paso mucho tiempo y empezó a adquirir un color cianótico.

Ahora el púrpura de la pantera de Skeletor le pertenecía. Sus ojos dentro del agua perdieron brillantez y una última burbuja hizo glub... glub… En la boca del pequeño. La mama de David; Agustina. Se extraño de que todo estuviera tan calmado, ella sabía que Gabriela; la hermana. Estaba dormida en su cama, ¿pero y David, donde estaba el? La intuición materna es perfecta y puntual y más cuando cosas desagradables están por suceder.
Comenzó a angustiarse cuando no le encontró en su dormitorio, ni en la sala, ni en el baño. -Donde estará ese muchachito tremendo. Dijo con la voz entrecortada. Se dirigió al área de la batea que quedaba atrás en el patio, y sus entrañas se revolvieron al presenciar la desgarradora y fría escena. Desde la puerta del patio sin acercársele al niño que permanecía en aquella extraña posición, la madre gritaba y sollozaba de dolor y tristeza aferrándose a la pared, pues sabía que la muerte había entrado por el patio como el más odiado de los intrusos y se había escondido dentro del balde en el fondo del mar.

Destrozada no quiso reconocer aquella trágica y cruel verdad entonces se devolvió a la cocina donde estaba preparando en una olla espaguetis y en una cacerola, carne molida bien sazonada con especias. Con nerviosismo permaneció un par de segundos ahí en el área del chef, observando el alimento que ya estaba en su punto máximo. Alguien había pasado un brochazo demencial en ese lánguido rostro. El tiempo desapareció por completo y la sombría verdad oscureció toda la casa. No pudo contenerse y deseó verificar nuevamente. Algo en su mente quería hacerle creer que nada había pasado, que todo era una vil jugarreta de su perturbada psique. Se asomó nuevamente a la batea y ahí estaba David, hablando con yogui y enjuagando los fétidos sobacos de He-man.



Texto agregado el 28-09-2008, y leído por 194 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
01-11-2009 Me espanta tu imaginación eso le pasó a una amiga mía hace 40 años. cecilia ya no está, pero ahora pienso cuanto debió sufrir con esa prueba. pantera1
 
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