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Giró su muñeca para hacer correr el auto y salir de ese lugar lo más rápido posible. Encontró en la guantera sus lentes de sol oscuros y su gomina ochentera que se echó una vez calentado el motor y verse por el retrovisor.

Chaqueta y zapatos de cuero, jeens rajados y ajustados con un cinturón de hebilla de hierro.

Salió del estacionamiento y se encontró con su chica la cual tomó el asiento de copiloto y lo besó. Aceleró por la recta principal y en un pequeó relieve el autovolo unos segundos por la velocidad.

Ella era hermosa. Pelos oscuros rizados, ojos profundos y verdes, piel fuerte y blanca, labios incomparables. Realmente era una chica que dejaba tonto a cualquiera. Él por su parte, fornido, pectoral inflado, y musculatura de levantador de pesa iniciado, cara de recio y pelo engominado. Un bad boy por donde se le mirara.

Al encender la radio sonó ese tema, el tema que tanto los hacía pensar en ellos antes de todo. Se miraron y no volvieron a decir nada hasta estar fuera de esa ciudad.

Él tenía un trabajo remunerado semanalmente y había estado ahorrando para preparar ese viaje. Ella vendía ropa en una pequeña tienda del paseo municipal de la ciudad. Ambos eran conocidos y se notaba que eran muy esforzados.

Pero ahora, los dramas eran otros. Los perseguían y ellos lo sabían, debían salir de la ciudad.

El camino desértico era algo desalentador, pero siempre miraban hacia adelante, y al futuro, sabiendo que lograrían tener buenas oportunidades lejos de Windwall.

Pasaron unas horas y ya habían salido de la ciudad, un Cadillac se estacionó en la misma bencinera donde ellos recargaban para continuar su viaje.

Pocos Cadillacs quedaban en ese entonces, de hecho sólo 29 originales, de los cuales uno estaba al frente de ellos, y otro, era el que manejaban.

Un tipo oscuro de personalidad se acercó al auto de ellos, golpeó la ventanilla y reconocieron un bigote sobre un pañuelo que cubría su boca.

- Disculpen mi imprudencia, no les quitaré tiempo innecesario y mis disculpas por este pañuelo que tapa mis quemaduras que avergüenzo mostrar. Sólo quiero saber si este Cadillac está en venta.

El chico lo miró y le dijo que no se preocupara, pero que el auto no estaba en venta y que de hecho era una herencia y que la máquina pertenecía a la familia y é no podía decidir por vender una joya de tal tipo.

El viejo reverenció y se despidió felicitando al muchacho por la hermosura de su chica y por la joya que manejaba y le entregó una tarjeta. Era un petrolero retirado.

El chico dejó la tarjeta encima de la guantera y encendió el motor otra vez y de igual manera que cuando empezó la travesía.

La chica se levantó a pagar la cuenta y a comprar cigarrillos.

Cuando ella cerró la puerta, en la estación de radio decían que habría tormenta en la noche. Debían encontrar alojamiento antes de continuar hacia Glowtime.

Aceleraron y vieron al viejo mirándolos con postura de "tengan un buen viaje. Nos veremos otra vez"

El Cadillac negro se perdía en la loma al pasar los 3 kilómetros al noreste de la bencinera, el viejo acariciaba su bigote y en la bencinera no quedaba nada más que una marca de neumáticos acelerados en el pavimento.

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a los viajeros sin destino.

Texto agregado el 28-09-2008, y leído por 96 visitantes. (1 voto)


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