Mí mirada amorosa toca tu cuello, tu hombro, no la intuyes, frente a la ventana fumas perdido en la neblina del humo de los recuerdos, borrando momentáneamente el presente, el cariño y el bienestar que te rodea.
Otros ojos miran a los tuyos, lo se ,lo estabas comentando y yo fingí no oir ante las miradas suspicaces, de más de alguien de tu grupo. Reapareció una mirada antigua que has hecho nueva y novedosa, te halaga y te atrae.
Retornas a la realidad y te pones serio, me evades y quardas silencio.
Nuestro puente está a por caer y estamos en extremos opuestos, alargo mis brazos a punto de perder el equilibrio, no te arriesgas, no te interesa. Tus sonrisas son muecas. No hablas.
Gigante y mariposa. Con una pisada tuya puedo desaparecer, con una palabra tuya aspirar el aire de la esperanza.
Ella no es más joven que yo pero brilla en las fiestas.
Mí luz es tenue, opacada por los rutinarios días que me toca vivir, no alcanza el tiempo para esperarte descansada, pero sabes de mí alegría por tu regreso. Los hijos limpios preparándose para mañana enfrentar su día. Me preocupo de pequeñeces necesarias y fresca y recuperada voy a dormir, tu duermes o sueñas despierto, mirando al vacío, llego a tu lado y no lo percibes. Cierras los ojos soñando con tu reencontrada ilusión, yo, despierta acuño sueños: ¡Que no te vayas! No se que haría sin tí...
Al otro día te espero, te pido que no enciendas el televisor, te pones rígido, miras a los chicos en la mesa de la cocina, tensado, te muerdes los labios y no hablas,la mirada como extraviada.
-¿Puedo ayudarte en algo?
Un movimiento de cabeza indica un no.
Podrías haber dicho: -No necesito nada de tí. Y estaría resuelto de tu parte, un logro en tu mudez.
En cambio yo te dije todo lo que guardé, salió como un fluido y ni lloré.
Te acercas - Que me paso peliculas. Tu mirada me evade.
Se acabó, voy a preocuparme de mí, no postergándome, mis niños y yo primero.
Y el gigante no va a aplastar a la mariposa y se dará cuenta que ella puede volar y tiene bellos colores y a pesar de todo muchos sueños.
Y te pido perdón por haberme equivocado y entregar tanto, para tu bienestar, la casa casi perfecta que no ves, la comida que te gusta. Soy culpable. No se que siento por ti ahora. Cambiando mi mentalidad inculcada y sintiéndome orgullosa.
SILVIA PARRA BAEZA.
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