Allá abajo
Dejó de sentir ese día en ese momento, en esa historia, dejo de sentir cuando escucho el retumbar de un “no” en su cabeza, ella no podía, ella no debía, ella era solo una estatua ahora, no una estatua emblemática q nos inspiran respeto sino aquellas donde descaradamente reposan las palomas intocables del sufriendo que impregna esa maravillosa escultura.
La figura que representaba aquella desoladora imagen era la viva forma de ver la desesperación, de oír los gritos, de tragar las saladas lagrimas del cielo y terminar entendiendo que perdiste la esencia mas pura de tu ser. Perdiste tu alma, te la robaron, no importa, ya no esta allí...
Por primera vez sientes que algo pasa, escuchas resquebrajarse aquella sólida y resistente materia que te atrapaba. Se rompe, se destruye definitivamente, ves todos los pedazos ya en el piso luego de un gran estruendo.
El silencio te acoge unos segundos antes de juntar los pedazos del suelo y colocarlos de una extraordinaria manera de nuevo en su lugar, pronto la masa se solidifica nuevamente para no abrirse mas.
Ya te diste cuenta de que sin tu alma no puedes vivir y decides no hacerlo, has descubierto q lo perdiste todo, y ahora ese todo ya no es mas nada. Lo único que recuerda esa melancólica escena en tu vida es aquella lejana estatua que miras desde el bacón.
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