En un mundo de ágatas y rubíes, vive el animal de las mil canciones, mitad gato mitad tigre, vive a lomos de la música libre que se escucha desde su habitación. Por las paredes se deslizan las letras de cien poemas que despegan de la boca de la doncella que debe custodiar. Alma compuesta de arte puro surcando sus venas a lomos del caballo blanco de la maravilla, trotando por los campos del misterio y volando por los cielos frondosos de la locura creativa.
Las órdenes que le dieron fueron claras, y nunca las podrá olvidar…
“Azrael, confío en ti, deberás velar por su vida, mas que por la tuya, mas que por la mía, y mas por la de cualquier vida que merezca la pena ser velada, debes comprenderla siempre, y apoyarla cuando lo necesite, debes alegrar sus días grises con un movimiento gracioso de cabeza o simplemente haciendo sonar tu cascabel. Arráncale una sonrisa de vez en cuando, y no lo olvides nunca, no importa como hagas esto, lo que importa es porque lo haces…”
A veces gotas de lluvia en las zapatillas nuevas, y a veces hierba incrustada en los tacones, y se cerraba la puerta y la vida de Azrael encontraba sentido, vigilar un paraíso encarnado lleno de luces y de sombras, y de cuentos que nunca serán contados, lleno de voces de melocotón, y pastillas para la tos. Tickets de metro, tapones de te de grosellas y fotos colgadas en la pared. Ultimo número del tribuna sobre la mesa, ultima página doblada, para saber donde hay que mirar. Silla tapizada de vaca bajo la ventana, y aun se sienten los dedos deslizándose bajo la lluvia de aquel día…
Siempre se puede confiar en Azrael, el es el guardián escogido, de entre los cientos de ojos posibles, aquel hombre decidió confiar en el, para defender una cereza, la cereza mas roja de todas las que alguna vez existieron, mientras los ojos de Azrael sigan mirando, con cerezas, seguirán soñando.
A todas luces puedo confiar en el, por ella ni comerá nunca, ni jamás tendrá sed, es imposible que la traicione o la haga daño, es totalmente imposible que caiga en desengaño.
Es que, le guste, o no le guste, Azrael es solo, un gato de peluche.
EN ROJO
"Igual que una capa de papel envolviendo la piel no impide sentir la humedad al alma en una noche de tormenta, un contrato en contra de las mascotas no impide que un guardián de pelo gris y negro que vino con un noble caballero custodie el jardín del país de los desastres.
Él, vino como el viento, por las curvas que separan nuestros reinos un día no cualquiera. Quizá cuando se fué no lo hizo del todo. Quizá en los ojos de la fiera queden restos del brillo que rebosaba por las costuras ingenuas de su polo gris y de su caballo.
Azrael tiene trozos de mis dedos perdidos entre los mechones de su pelo, aquellos días que el viento golpea el cristal, sigiloso, baja de las alturas y se cuela entre mis sábanas, atenuando el roce del sonido de la lluvia, atenuando el tenue latido del vacío. No tiene lengua, pero sabe lamer mis heridas. Sigue con sus pupilas mis felinos movimientos trenzados en 7 metros cuadrados. Quizá le asuste una máscara veneciana, pero nunca se ha quejado. Quizá prefiriera un tejado a mi estúpido costado, pero yo sin duda, prefiero el peso de su pequeñito cuerpo en mi regazo. Y lo lejos, el legendario caballero sabe que algún día deberá ir a buscarlo aunque sólo sea para rozar un pelo castaño y otro gris y negro..."
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