Tu beso detuvo el tiempo, congeló mis pensamientos en el espacio, la magia flotaba como alimentando el calor de nuestros cuerpos, tu brazo descubría mi silueta, tus ojos que parecía atraerme mas cerca de ti, mi cabello bailaba seguro y preciso de cada movimiento inesperado de tus manos, que lo acariciaban delicadamente mientras el viento susurraba una secreta, armoniosa melodía.
Tu cuerpo me envolvía y una lluvia de carisias desprendían miles de imágenes que revueltas en mi cabeza provocaban en mi sensaciones inexplicables. Mis manos sudorosas delineaban tu cuerpo decididas a conocerlo y explorar todo aquello incierto. Nuestras bocas jugaban y rompían los candados de cualquier inseguridad o miedo.
Nuestros cuerpos despojados de cualquier prenda vivían juntos una aventura sobre aquella roca congelada que en aquel instante parecía acogernos con suavidad en sus brazos.
El tiempo imperceptible colgaba frente a nuestras miradas soñadoras y perdidas en otro mundo, nuestro mundo, el que construíamos juntos y que sería para ambos único e irremplazable en el que minuto a minuto nos amaríamos apasionadamente.
Quizás fue el encierro en ese mundo de aromas exquisitos, colores hermosos, música jamás oídas y canturreos del viento que abanicaba nuestra suerte
Mis ojos se iban cerrando para dejar lugar a que mi imaginación dibujara el beso que estaba viviendo, en el que no transcurría el tiempo donde tu piel se convertía en piedra y solo eras esa imagen congelada de lo que fue ese amor, solo estatua de ese beso...


este relato fue escrito inspirado el la tan bella y famosa escultura de Aguste Rondin "el beso"