Una gota de amor


Mara estaba perdida en una ola de sentimientos que la embargaban, estaba bebiendo la más hermosa sustancia que haya conocido, sabía que no era solo suya y que quizá solo tomaría un sorbo ese día, pero el solo hecho de lo especial que era le bastaba para sentir que la abrazaban mil brazos.
Esa sustancia por más única que fuese no era de nadie y aunque parecía caída de un manantial celestial se hallaba frente a cualquiera que quisiese encontrarla o que se animase a encontrarla.
Pero en ese momento Mara la bebió con descaro, la disfrutó sola, se emborracho de su elixir hasta que abriendo los ojos sin intención de mirar nada, se hallo sola en la penumbra de su cuarto con su guitarra en mano y un par de papeles que le indicaban los acordes de “Love of my life” sobre su cama.
Ella se enderezó, quito todos los papeles del hermoso acolchado y dejando su guitarra a un lado se dejó caer como esperando que alguien la atrapara.
Ya acostada en su cama que parecía retenerla allí, se quedó inmóvil, pasaba el tiempo y Mara inmune al anuncio de que su madre había llegado a casa intentaba dormirse, para soñar, sólo eso, quería soñar que navegaba en esa sustancia luminosa, donde nada tenía explicación pero todo tenía sentido.
Cerró fuertemente los ojos para inhabilitarlos de ver que sucedía en su entorno, cuando escucho una hermosa música que como elevándola consiguió que se parase y aun con los ojos cerrados toco la hermosa melodía que escuchaba. Su mano se movía de acorde en acorde como si conociera aquella extraña pero hermosa música que entraba por sus oídos, revolviendo en su mente cosas maravillosas que no creía conocer.
De pronto la melodía que la embelesaba cesó y se abrió la puerta del oscuro dormitorio, allí se hallaba su madre que no había oído nada en absoluto y le sonreía como si la magia vivida por Mara fuera cosa de todos los días.
Al irse la mujer con paso decidido hacia la cocina y cerrando sutilmente la puerta de la alcoba, Mara entendió que ella había dibujado esa música, cada acorde para cada momento que lo veía, cada acorde para cada vez que al verlo bebía un sorbo mas de aquel elixir misterioso.
Ya no había duda, ¿que elixir podía ser tan misterioso como el amor? sino ése.