Rosa, maestra de la vida…



Sentada en su escritorio,
Ocupada,
Inspirada, y sublime a la vez,
En la mañana, da sus clases.
De su boca brota entonces la esperanza,
Con amor y pasión de mujer querida:
En la tarde va a la universidad, vestida de
luces.


Ella parada ve yendo y viniendo,
A sus alumnos, ordenando sus filas para
cantar,
En el pecho su corazón purísimo
Y arriba
Una suave melodía, la de su cantar,
Cantando entre sus alumnos,
Ella es,
Un susurro, una risa, un aliento…


¡Esta es, la maestra Rosa, aquella
Que en su clase daba todo su amor,
Que tiene hoy todavía su valor de mujer!
Creadora de sueños, que sabe cuántas
almas son sinceras,
Lectora que conoce las palabras de sus
libros,
Maestra de la vida,
Constructora de huellas por caminos.
¡Qué bello lucero en su pecho
Y qué bello gesto el de su mirada, y cómo
Sus palabras, dicen y dicen, en su boca,
amor,
Y que música alegre la de su cantar!




ALBERTO GARCIA