“fácil es buscar,
fácil no encontrar”
(Héroes del Silencio)
Se busca en el primer y cualquier cruce de mirada que delinea el límite que abandonó hace instantes la guarida en la que se destacaba. Ahí se respira cierta esquizofrenia acelerada, a menudo impuntual o irregular, pero otras veces, un sobrevivir destacado en un ameno pasaje. Pero pasado ese instante, puede visualizarse la compañía, y sentirse, recuperar lo que no adjuntó el destiempo. Revancha.
Los pensamientos no penan con sinceridad lo que buscan, cuando lo hacen sin saber qué es lo que les impulsa ese instinto, pero cuando lo reconocen, cuando lo encuentran y no pueden llegar a él, es un agridulce padecer. La penumbra se hace transparencia en la meseta de lo que no es fácil, porque no hay árboles o leones que hagan sombra en la ausencia. Se distinguen los contornos que deja la imaginación cuando te recuerda; de tu rostro, tu espalda, tus manos y tu cuerpo. Los espejismos no soportan la claridad con la que se presentan, y tan vivos, y tan lejanos, y tan dentro.
Buscarte no fue fácil, encontrarte, mucho menos, pero la luna ya duerme recostada en el horizonte que la sangre llora, cuando quiere abrazar la batalla de todas las respuestas que le ofreció la lluvia, al encontrar los caprichos que puedo concederte, al encontrar lo que nos hace reír en nuestros ojos y no poder disfrutarlo, al encontrar los secretos que tu piel gozaba cuando te rozaba, al descubrir los misterios de lo que memorizaron los besos, que hoy se recuestan con la luna, para descansar el llanto de lo que ya he encontrado, pero no me es fácil buscar.
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