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Inicio / Cuenteros Locales / freddy50 / Flor de primavera.

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Varias tribús urbanas, formadas por adolecentes, vestidos en su mayoría de negro, casi todos perforados por anillos, en las cejas, nariz,
o en los labios, también en las lenguas;
y en el culo digo yo, cortaron la avenida principal impidiendo el paso de los vehiculos, quedando en la primera fila. Hoy es el día de la primavera entonces el clima entre los jovenes es de fiesta, para lo cual,
por prudencia, uno no puede presentarse,
ante semejante pueblo festejando además el día del estudiante, encontrandose enojado, en esta oportunidad alterado por no poder continuar el camino, a sentarse a resolver con criaturas,
que en estado de exaltación vayan a permitir dejar continuar circulando.
Porque me conosco lo loco que soy, decidí quedarme tranquilo, esperar que otros resuelvan el intrincado; sentandome en el capot, hundiendo levemente la chapa. Orondo coloqué mis anteojos negros asumiendo una postura como de tomando sol, aún a pesar de estar nublado, haciendome el muy gracioso.
Pero de todos modos el conflicto estalló sin remedios, cuando un automovilista que llevaba un accidentado, le propinó un zopapo a una señorita de los Rolingas que además se burlaba del herido.
Nunca imaginé que podría llegar a darse que tenga que estar luchando a muerte un Domingo de comienzo de primavera contra niños de temprana edad. Pero los bandos se formaron espontaneamente, de manera natural,
estallando un batalla campal parecida a un enfrentamiento entre potencias, tirandonos con todo lo que había al alcanse. Nos dabamos como en la guerra, inclusive, estos chiquilines insendiaron una camioneta cargada de mercaderías inflamables, además de otros tantos bardos destrozaron una estatua blanca que estaba sobre una fuente tirando agua. Hay tantos chicos que el piquete permanece inalterable.
Opté por regresar al auto a escuchar música para no meterme en más problemas, puesto que los noticieros comenzaron a copar la escena,
temiendo quedar escrachado por violentar menores edad (me pasa que, a los jugadores de futbol de la primera división, los veo y me parecen pibes,
imaginen estos que no sobrepasan los quince años,
que son como bebes de probeta).
Recliné un poco el asiento y cerré los ojos.
Coloqué en el Mp3 un disquet de Jazz instrumental con punteos de guitarra, y como siempre lo hago, en sabio ritual para que el corazón se mantenga corajudo, una goma de mascar en mi boca para no escuhar demasiado más alla de mis pensamientos. Al momento tape mis ojos con un pañuelo de seda para el cuello, y traté de relajarme.
Aún así sigo escuchando el griterío, pero hasta que no liberen el camino no hablaré con nadie.
Siento que sigiliosamente alguien abre la puerta y se sienta a mi lado. Pero continúo indiferente esperando que me den explicaciones coherentes. Esta persona se toma el atrevimiento de bajar el volumen de golpe, quedando la escena en silencio, solamente con el bullicio del exterior, entonces destapé mis ojos para ver quien estaba.
Para mi sorpresa me encuentro con tres muchachitos que se hallan amenazando con arma de fuego y sevillanas.
Uno de ellos me apoyó un cohete en la oreja
(de esos que le dicen tres tiros, pirotecnia que es de forma como un largo tubo de cartón que lanza tres disparos) solicitandome que obedesca.
Luego, hicieron una señal a su pares de afuera para que nos dejaran circular, cual sí pertenecieran a una organización juvenil política muy importante,
por lo influyente, y previo momentito, para un tanto despabilarme, además porque subió otro integrante, salimos raudos en dirección a la ruta.
Todos sin escepción portan leyendas Nazis en la vestimenta. Su ufanan de mí diciendo que me irán a quemar en un horno estando con vida.
-¡Oigan! ¿No se averguenzan de usar esas leyendas de mierda?. Dije envalentonado como sí viajacemos en familia. (Creanme el más grande no sobrepasa los trece años, ni el metro sesenta de estatura).
-Nosotros no somos nazis, somos delincuentes precoses, usamos cualquier símbolo representativo que exista. Nos nefregan las idiologías,
lo importante es luchar por un espacio, nada más, buchonazo; como tirabas piedras apuntando a matar, gil de mierda; Los habitantes deberían permanecer en los hogares encerrados como bichos, y solamente salir para trabajar.
Al momento de decir esto estando parados frente un paso a nivel con la barrera baja (el resto aplauden entretenidos ) el mocoso, como el Zorro Diego de la Vega con su espada, rapidamente con una navaja dibujò en mi frente el símbolo de la paz, agregando un rayón en el brazo parecido al vial que indica que es una calle de contra mano. Los restantes hacen una pantómima como que desean tomar mi sangre.
Juro que no tengo miedo, porque en realidad me siento como en un cumpleaños infantil cortando la torta para mis polluelos, pero igual presiento que voy a terminar fusilado al costado de una banquina, porque además están alcoholisados, tomando tragos de una botella de plástico cortada a la altura del pico, con adentro imnóticos mezclado con ansiolíticos, lo cual es sabido aumenta la agresividad enormemente.
Pensé: Que lindo sería que se quedaran dormidísimos, para así antes de escapar apoyarles las berga en la boca. Pero realmente estos chicos estan curtidísimos que ni siquiera pestanean.
Como decirlo: Estamos pronto a entrar en la autopista por la colectora en dirección hacia el sur del conourbano Bonaerense; la tarde está muriendo de a poco; volví a insistir con la posibilidad de darles bastante dinero, pero nadie se atrevió a contestar.
-Hacé el favor, hacé silencio. Dijo con aires de fastidio el pibe que utiliza la pirotecnia, el jefesito,
golpeando mí espalda con fuerza paraciera para hacer salir el chicle, puesto que en enseguida lo pegó en la pana del techo (Hubiera deseado meter el dedo índice en el aro de platino incrustado en la pera, para de un tirón arrancarle el mentón).
-Que hacés pendejo de porquería no vez que arruinás el tapizado.
Por temor a la represalia, sacado de mi centro, intenté arrojarme del el auto en movimiento,
pero el que viaja adelante clavó la punta de una sevillana a la altura de la apendise,
lo que hizo que me enderese del dolor, y continúe manejando.
-Gire a la derecha en la proxima calle, y detenga la marcha delante de aquel galpón de aluminio.
Cuando entramos al lugar, lo primero,
fue por mis propios medios hacerme desnudar, colocandome una capucha negra.
En seguida me trasladaron en una silla de ruedas, unos veinte metros, dejandome avandonado por un largo rato. En ese interín alguien se aferró a mis piernas solicitando ayuda, entonces me quité la capucha, y pude ver que estaba en un campo de concentración conducido por todos niños.
Levanto la mirada en dirección a un reloj que hay en la pared que tengo enfrente. Son las diecinueve horas treintas y siete minutos.
No puedo contener el llanto.
-Tal vez sean estas mis ultimas palabras,
porque aquí el que no está muerto se halla agonisando.
Continuo observando mientras rezo entre lágrimas el horrendo lugar repleto de cadaberes;
ahora estoy divisando un cartel que recién acaban de colgar que dice:
Proxima horneada a las veinte horas.
Rodando avanzé sin levantarme de la silla,
nadie detiene mi marcha. Recorro toda la barraca suplicando que me devuelvan la libertad,
de pronto me topo con otra persona, seriamente lastimada, que casualmente hace minutos conocí en el parque. En vano intento reanimarlo,
pero está mueriendo.
Cuando dieron las ocho en punto de la noche, entraron con varias camillas juntando gente que luego depositaron en hogeras ensendidas sobre fuentones de hierro.
Toda esta locura de insinerar personas,
duró hasta las nueve menos veinte, donde volvió a imperar la calma.
Finalmente irrumpe la escena otro pibe con otro cartel, indicando a los camilleros que en efecto hoy habrá una última horneada a la media noche,
pero que además los automovilistas que estuvieron apedreando en la fiesta de la primavera serán cremados aún estando con vida.
fin.









Texto agregado el 22-09-2008, y leído por 517 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
22-09-2008 Bueno, muy bueno, me hubiese gustado que terminase distinto, algo asi como que los cagadas a trompadas, de todas maneras, felicitaciones tuqui
 
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