Y ahí estaba yo mirándola fijamente, como un depravado ansioso, y en cierta forma lo era. Ella prendía un cigarrillo mientras llegaba otro coche a mirar la mercancía, mientras mis deseos aumentaban recorriendo con la mirada sus largas piernas.
Todo estaba planeado, llegar, preguntar precio, pagar un hotel en todo caso, y perder mi virginidad con ella, a la que seguí por mucho tiempo atrás, desde mis dieciséis la protagonista de mis sueños húmedos fue ella, y ahora estoy tan cerca de poder cumplir mi sueño, estoy a tan solo diez pasos de poder dejar de ser un niño.
Los nervios se apoderan de mi y comienzo a sudar como cerdo, de pronto ella me mira acercándose y yo no puedo dejar de mirar sus piernas, trago saliva:
-Hola amiguito ¿tienes un cigarro?- y en seguida saco el cigarro que había hurtado a mi padre para después del sexo ya que lo recomiendan.
-Aquí tiene- ella lo toma, lo pone en su boca y me vuelve a mirar
-¿Por qué tan solo a esta hora hijito?- y ahora solo mirar sus senos.
-pues... yo…-
-¿Estas buscando compañía?-
-Si- y por fin siento que soy un paso mas hombre, la emoción me invade totalmente.
-Pero si apenas eres un niño-
-Tengo dieciocho- me apresuro a decir.
-A bueno ¿y vienes a desquintarte?-
-Pues si-
-¿Y ya viste alguna chica que te gustara?-
- Si- y esta vez mis ojos se fijan en su vientre- Me gusto usted-
-Pues ni modo- y el balde de la desilusión cae sobre mi.- Tengo una cita en cinco minutos, es un hombre casado y ya es cliente, pero ten- me extiende una tarjeta rosa que decía Rocío, con un numero telefónico.- Mi numero para cuando quieras un servicio a domicilio-
Yo solo pude asentir con la cabeza por que me estaba cagando de rabia, ella solo se despidió y fue hacia su esquina a esperar a su cita.
Me decidí a esperar, solo para alimentar mis celos, al mal nacido que había echado a perder mi noche.
Cual habrá sido mi sorpresa cuando vi el auto negro de mi padre acercarse, yo imaginaba la letanía de insultos y regaños que me diría, y yo ya resignado me acercaba ala banqueta para que me recogiera, cuando para mi aun mayor sorpresa no detuvo el auto y fue cuando tuve un ligero presentimiento. Se detuvo en la esquina justo donde estaba Rocío y abrió la puerta, ella entro al auto ocupando el lugar donde se sienta mi madre.
Y ahí estaba yo mirando fijamente el auto de mi padre mientras se alejaba en compañía de Rocío.
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