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Y eso iba a ser todo. Iría a su cuarto, jugaría con el arma, la tocaría y sentiría el poder de Dios, el poder de perdonar y el poder de sanar, de dar y recibir millones de aleluyas por el resto de la eternidad o ser odiado y un candidato para la hogera. Mientras el maestro decía algo de la segunda guerra mundial que caía en oídos sordos [es que que weva], pensaba que nunca se había sentido realmente viva, que todo parecía una copia de papel hecha por una fotocopiadora que tenía algo muy malo por dentro, en serio muy malo.
Seguido de todos los días que se deslizaban sin ninguna trascendencia estaban sus imbéciles padres, con cara de ricos y barriga de satisfechos. Tenían la manía idiota te comprar todo lo que los demás ricos compraban, ¿ellos tenía una araña de cristal sobre el comedor? ¡paf! a los dos días ellos tambien tenían una araña, sólo que esta envés de ser de cristal era de ese material que estan hechos los dildos, "lamparas consoladoras" solía llamarlas en horas de desesperación. Después de meterse LSD iría caminando, esperando el viaje, al sillón frente a la tele de plasma y cuando el viaje pasara, le daría a su cerebro un respiro al aire libre. Un bonito y último respiro, al fin.
En la tele se proyectaba un predicador que gritaba que si le mirabas la cola, porque Darwin tenía que estar equivocado, habíamos aparecido en la tierra por arte de magia, o fe, o lo que putas fuera, pero no habíamos evolucionado, en una sola oración [que trampa jo jo], el predicador pensaba que para que esto fuera cierto había que consumir bananas, comerse al hijo del vecino y tener una cola que sirviera para agarrar el café en la mañana mientras te preparabas para tomar la siguiente liana e irte a la mierda de trabajo que tenías. La saliva volaba de su boca a la gente del público que estaba en pleno paroxismo, retorciendose en sus asientos, gritando en idiomas inventados y llorando a mares, aquí tenemos la solución del mundo en un rosario; decía el predicador que de la noche a la mañana se había convertido en su padre y tenía un sombrerito de cumpleaños que ciertamente le quedaba bastante ridículo, tenemos tortillas mijita, tenemos tortillas y todos los abrazos que te debo. ¡Mierda! logró pensar, luego todo se licuó. Bueno eso y en el canal 333 estaba un anunciante que tenía una carita de reptil requetelinda, gritando entusiastamente que habían aliens cariñosos al dos por uno, si y sólo si llamabas al número que aparecía en pantalla en los próximos dos milenios, porque ahora este programa te insertaba analmente (como los extraterrestres) una vida prolongada y con sentido. Si te comunicabas telepáticamente te obsequiaban un reptil semi-humano, hardcoriano que cantaba las baladas de Cristina Aguilera en mandarín y que te daba lineazos de coca cada tres minutos, lamía la aguja antes de meterte al heroína, para hacerte puré el cerebro y luego chupartelo, siempre, sin dejar ningún residuo de chupones, para que tu papá no se cabreara contigo y te dejara morada de pies a cabeza, para hacer respetar Su autoridad de obvia Deidad que tenía. ¡Sí! damas y caballeros, llame ya y le obserquiaremos con su extraterrestre amoroso y sexual, dos o tres lámparas consoladoras que le harán pasar momentos de locura frente a sus atónitos invitados. Disparates y demás ideología de cartón patrocinada por las sociedades que viven en un eterno aletargamiento norteamericano y rigen el pensamiento de las masas. ¡Y eso no es todo! si se pone de cabeza por diez minutos sin vomitar ni morir, le mandaremos esta ropa incandescente para regalar en cumpleaños y fiestas familiaries. ¿Ropa incandescen Deivid? ¡Sí, Susana! ¡Ropa incandescende hecha por alemanes! Ya sabén, si viene del otro lado del océ-ano tiene que ser la mejor calidad; la náusea y el miedo se venden por separado. ¡Compre! ¡Venda! ¡Haga toda la pasta que pueda!. ¡Dios! ¡Mahoma! ¡Buda! ¿Qué recontramierda es eso? ¡Ah! ¡Es nuestro amigo Dudi! ¡Di algo Dudi! to ta to ta to ta pp--puta. Dudi es otro cliente satisfecho de los greengo's llenos de ternura, pasta, coca, rock, amor, celos, odio, películas con tramas que se parecen a las manchas que hay en el toilet, arte "moderno" que llama al fuego, computadoras, líquido de frenos y marcianos triturados que harán que tu vida sea un sólo viaje placentero con gritos de hongos y sacudidas de ácidos. ¡Esto nos acaba de llegar! ¡No camb.... En el canal 747, un noticiero indicaba el sorprendende descubrimiento de un kit de Salvación instantánea, encontrado semi enterrado en el cráneo de una víctima del 9/11. Una mujer que tenía una voz imperiosamente parecida a la desesperación y un tufo identificable como la soleadad gritó por líneas telefónicas y murmullos de vibradores, cómo mierdas era que funcionaba. Muy simple, le agregabas agua a tu Dios en miniatura y en dos horas ¡Voilá! ahí estaba, misericordioso, psicológico, lleno de salvación, con la cara de tu padre, seguramente, listo para escucharte.
La sonrisa maníaca del presentador se fue desvaneciendo poco a poco, como la neblina de la mañana que dejaba al descubierto los postes con M de McDonald's, H de pizza Hut, una pinga de la casa de putas y etc, y demás, y daba paso al calor y a la algarabía de las masas que corrían a ganarse el derecho de inhalar y exhalar. Ella que no sabía nada más que tenía que hacer algo porque este bajón estaba de la mierda, fue a la refri y cuando abrió la puerta, recordó que tenía una cita con el Dios del suicidio. Fue a su cuarto y se sentó entre osos de peluche que habían presenciado suficiente violencia intrafamiliar como para ingresar a un centro psiquiátrico y los destruyó sistemáticamente uno a uno. Hay un mejor destino allá afuera pensó. Hay un lugar mejor, con pastos verdes, hay un futuro mejor, tiene que ser CIERTO. ¿Cómo sino todos quieren LLEGAR a él? ¿Cómo puede ser que todos sean tan ciegos? ¡Tiene que SER cierto! [Era inevitable, hablaba con ese estribillo molesto parecido a una pregunta que todas sus "amigas" usaban] ¿A quién tratas de engañar, nena? Parecía preguntar el osito desmembrado que sostenía en la mano. Más adelante no hay nada, no seas mula, mija. [El osito entraba y salía del tono de su padre] Ahora déjate de boberías y callate, que callada te miras más bonita.
Se irguió en la cama con una sonrisa en los labios; por el inesperado alago de su osito-padre, su estómago y piernas temblaban por el residuo del viaje. Se sentó como una señorita con las piernas cruzadas y apretó el gatillo. |