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Causalidad 1

El lugar se mostraba vulgar y normal: Una mesa con cerveza, los vasos rebalsados de espuma y todos riendo y hablando a la vez. En otras mesas sucedía lo mismo, típica escena de un jueves a las doce treinta. “Maestro, otra birra con un par de maníes” “Ya se las llevo, aguántenme un poquito que estoy apretado con los pedidos” “Todo bien, no hay drama.”. Por la calle pasan dos cirujas casi despreciando esa vida con la mirada. El mozo se esforzaba por llevar todos los pedidos en un par de viajes, y así es que puso en su bandeja varios vasos, un par de botellas, y en su mano hacia un gran esfuerzo por llevar dos botellas mas (Pude notar que se dirigía a una mesa en donde un muchacho de barba con un gran mochila, fumaba un cigarro rubio) En ese momento fue cuando me di cuenta que algo tremendo iba a pasar, algo de lo que nadie se había percatado, excepto yo: El mozo llevaba en su mirada ese brillo trágico, las pupilas demostraban estar informadas de la situación, pero no les importaban nada, ellas seguían su camino sin resistencia alguna. Las cervezas en su mano izquierda iban chocando y produciendo un sonido similar al de unas campanas. Entonces hallé el porque de ese brillo trágico: El muchacho de barba metía disimulada pero desesperadamente, la mano izquierda en su mochila. Una chica que se había sentado de su misma mesa, reía descontrolada, mientras la cerveza en su vaso se movía de un borde a otro y se derramaba de pequeñas cantidades en los mosaicos de la vereda. Se acerca el mozo, les da una Quilmes, y en el momento de pagar, el hombre de barba, saca por fin de su mochila un cuchillo que brillaba a la luz de la urbe y sus risas…

Causalidad 2

El lugar se mostraba vulgar y normal: Una mesa con cerveza, los vasos rebalsados de espuma y todos riendo y hablando a la vez. En otras mesas sucedía lo mismo, típica escena de un jueves a las doce treinta. “Maestro, otra birra con un par de maníes” “Ya se las llevo, aguántenme un poquito que estoy apretado con los pedidos” “Todo bien, no hay drama.”. En la mesa de al lado un muchacho con barba y una gran mochila, enciende un cigarro rubio y la mujer que estaba a su lado, exprime la cerveza hasta dejar la ultima gota en el vaso. “Mi amor, vos sabes que no ha sido mi culpa…” “Siempre con el mismo verso, te pones en pedo y al final la culpa no es tuya. Ya estoy cansada de estas discusiones.” “Pero necesito que entiendas, yo ese día no había tomado una sola gota de alcohol, y todo lo que hice fue como impulsivo, no me percaté del daño hasta que los vecinos llamaron a la cana y tuvimos que rajar.” “Y claro, si declaras eso, te vas a quedar hasta las manos con la yuta, ni siquiera defensa propia podes alegar.” “Mi amor necesito otra oportunidad, la ultima, no pido mas. Si después de esto te fallo, no quiero mas lastima de parte tuya, pero por el momento lo único que me haría sentir vivo es que tengas un poco de pena por mi…” La joven le da un beso, y se abrazan. En eso el mozo, que traía en su mano izquierda el pedido les deja la cerveza en la mesa. El muchacho paga y el mozo se aleja llevando un pedido a la mesa de al lado.


Causalidad 3

En la caja de un bar, todo se mueve a gran velocidad, se pasan muchas botellas y se habla a los gritos, pues hay mucho ruido de risas en el entorno. De una mesa se escucha que gritan “Maestro, otra birra con un par de maníes” y el cajero haciendo una seña con su dedo índice derecho contesta: “Ya se las llevo, aguántenme un poquito que estoy apretado con los pedidos”. “Todo bien, no hay drama.”. El mozo va hacia la heladera toma varias cervezas, algunos vasos de un estante, agrega maní en un plato y los pone en la bandeja. Cambia el disco compacto y se alcanza a escuchar la voz de Morrison entonando “los barcos de cristal”. Espera a que el cajero le haga ticket a la mesa 3, y mientras tanto aprovecha los segundos libres y mira a su alrededor: Nada anormal, a excepción de dos cirujas que por allí pasaban, mirando y pidiendo con los ojos. Si, estaba seguro, todo estaba correctamente encajado en su asquerosa vulgaridad. Toma su bandeja y se aproxima a un muchacho con barba. Cuando se encontraba a un par de pasos nota que lo que llevaba no era lo que el cliente había ordenado, entonces haciendo una maniobra acrobática para lo que era la situación, gira y va hacia la mesa de al lado. Sirve el plato de maní, destapa la cerveza y descubre que uno de los chicos tenia en sus ojos ese brillo trágico…

Texto agregado el 02-05-2004, y leído por 174 visitantes. (1 voto)


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