Caramba, el otro día me encontraba en la clase de selectos alumnos a la que asisto, y a mi buen amigo, el último vaquero de la colonia Roma, se le ocurrió poner de ejemplo mi articulo de la pederastia. Él decía que en esta sociedad estamos acostumbrados a estímulos tan sobresalientes, que sólo algo que llame tanto la atención (pastelazos), funciona para atraer público. En realidad, yo sé que él sabe que yo no escribo con ese fin, sino que este constante llamar la atención me sale natural.
En esa misma clase, un compañero mencionó la posibilidad de atraer lectores por medio de la provocación; por ejemplo, algo con un título: “Queremos más muertas en Juárez” o “Merecemos más secuestros, por favor”, ya para después aclarar que, sólo así, al fin la gente despertaría y se quejaría de la ineficacia de las autoridades”. El último vaquero me sugirió que siguiera la propuesta del compañero. Creo que podría hacerlo, sin embargo, debido a mi experiencia respecto a las posibilidades presupuéstales de mi país y mi conocimiento de psicología y la cultura mexicana, supe que un artículo de esa índole, no serviría en lo más mínimo. Tal vez para infundir miedo y crear inestabilidad sin sentido, pero ése nunca ha sido mi propósito. Supongo que al enardecer a los mexicanos, nos alejaríamos del fin deseado, que consiste en ser más activos en la sociedad, participar en proyectos a largo plazo, como la inversión en la educación, la sensibilización hacia los problemas sociales, el pago y correcto uso de los impuestas, etcétera.
Hasta aquí, estoy casi seguro de que muchos ya están diciendo: “qué flojera; este tipo nos viene a sermonear con rollos moralistas”. Pues no, lo único que tengo que repetir es que, tal vez, si no participamos más en la sociedad y nos volvemos más conscientes, al próximo que decapiten podría ser alguno de nuestros familiares.
Ese fue el pastelazo de hoy.
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