El juego 66

A pesar del sangrado y la herida el chico se repuso y partieron rumbo a la central de abastos, aunque habían cambiado de vehiculo para perder de vista a sus perseguidores, alguien los estuvo siguiendo, el Coronel se dio cuenta y con algunos movimientos rápidos los perdió, pero la tensión se percibía, el chico se sentía un poco mareado por la trifulca del día anterior, unos minutos antes de llegar a la central de abastos, el radioteléfono del chico volvió a sonar, era la chica terapeuta.
- Hola, disculpa que te moleste pero es que ayer contestaste el teléfono y no escuche tu voz, me quede preocupada por, ¿Estas bien? –pregunto la chica, con aquel tierno tono de voz que sonaba sincero—
- Si gracias disculpa te conteste automáticamente y me quede casi en seguida dormido, agradezco la preocupación, pero de veras estoy bien gracias por llamar y preguntar –corto casi de inmediato la comunicación el chico—
- Vaya parece que la zorrita se enamoro de ti –dijo sarcástico el Coronel—
- Es solo interés profesional –fingió indiferencia el chico—
Llegaron a la central de abastos contactaron a cuatro sujetos, para que soltaran las culebras en puntos estratégicos de la central de abastos y con esto lograr una aglomeración y aprovechar el desorden para cometer el atentado, se reunieron en los puestos de comida, el Coronel les dio las bolsas de lona con las culebras así como cuatro relojes baratos con cronometro y le dijo que las soltaran exactamente en media hora.
La agenda del candidato era la siguiente:
- A las 11:00 de la mañana terminaría su breve discurso en el templete preparado.
- A las 11: 15 estaría ingresando a la sección de frutas y verduras comenzaría a saludar a los locatarios.
- 11: 30 se detendría en medio en la imagen de la virgen morena y dirigiría un brevísimo discurso a los ahí presentes, ese era el momento justo ahí habría el espacio para crear el amontonamiento de personas, el coronel y el chico ya habrían recogido las armas de los depósitos de los baños (puestas un día antes) se introducirían al gentío, se acercarían al candidato y ¡Bang! Aquello habría terminado…