Mara se encuentra mirando la guitarra que jamás podrá tocar de nuevo, tiene ese gusto a soledad y olvido de cosas inolvidables. Ella supo tocar esa guitarra, pero supo tocarla cuando había a quien. Alguna vez tuvo ganas de tocarla, de ponerla sobre su falda y saber que la música que emitía el instrumento tenia dueño. Ya no. Ya no hay quien sea destinatario de semejantes sonidos revueltos en música. No importa si no sonaba perfecto, no era sonido, era música, música de corazón, ella soñaba melodías, podían no gustarte, podían aburrirte pero eso era música.
Luego perdió sentido tocar, si no había alguien especial para sentir y entender las infinitas melodías con acertijos y candados que solo él podía abrir
Ella pensó miles de historias de ensueño sobre ellos, los imaginó de mil formas y colores, y convirtió esas historias en melodías que aun no lograba olvidar.
A Mara solo se le ocurrió olvidarse de él, olvidando la música que le componía, las historias que soñaba, los dibujos que imaginaba, las cosas que quería.
No había mucho tiempo, dentro de media hora volvía mamá, tomo la guitarra, la colocó en el estuche, encerrando y sellando así sus ilusiones secretas, luego la oculto en un baúl y con el cierre de este dio por terminada su historia con él.
Lastima que nuestra querida Mara no sabía que el tiempo pasa, las cosas cambian y una que otra cosa especial se te concede.
Al terminara la secundaria Mara se encontró con alguien que no veía desde la primaria, se encontró con él. Estaba como ella lo había imaginado, era lindo y único, ella entendió que lo que había intentado siempre dibujar con esas minúsculas notas musicales era su sonrisa.
Su cerebro tuvo que pensar mucho para lograr abrir el baúl sin temer ver que había allí.
Lo abrió lentamente y la vio, tal como la había dejado hace ya tanto tiempo atrás cuando se quebró lo que parecía irrompible, esas ganas infinitas de tocar desde el alma. Allí estaba la guitarra, desafinada, sucia, vieja, irreconocible. Mara la miro sin tocarla por largo rato, estaba igual que aquel día que se juró no tocar nunca más. Era hermosa, pero -¿cómo una guitarra que había sabido decir tan bien las cosas estuviera callada? -Se preguntó Mara, luego comprendió que la había callado ella junto con el tiempo. La guitarra ya no tenía fuerza, ni color, ni brillo, ni vida. La tomo, entono un desafinado acorde y lo único que supo recordar fue como se lloraba con una triste melodía
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