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EL OJO


La luz de la vela se extinguiría antes de acabar el relato. Intente levantar mi cansado cuerpo del escritorio, donde llevaba horas agazapado bajo una débil luz parpadeante que transformaba las sombras de la oscuridad. Las piernas no me respondían como antes, los músculos se me entumecían cada vez mas rápido, quizás la triste vela, deformada por el calor de la mecha incandescente, vea como me deshago antes que ella.
No podía dejar de escribir.
La noche había llegado a su máximo esplendor, y la luna observaba mis lentos movimientos a través de la ventana mal cerrada. Sabia que sucumbiría.
El papel arrugado se amontonaba bajo mis pies, como una alfombra blanca, cubriendo casi la totalidad de la habitación.
La escritura conseguía concentrarme, y no quería dejar de hacerlo, no soportaba aquellas pesadillas nocturnas. No podía caer otra vez, no soportaría verlo de nuevo, justo ahí delante. El ojo vigilante en aquel agujero, brillando en la oscuridad, amarillento, extremadamente grande y con el iris enrojecido.
No podía esconderme de el. Aquel enorme ojo pestañeante conseguía contraer mis músculos, el miedo recorría cada poro de mi piel, y me paralizaba hasta que dejaba de observarme. No podía gritar.

La luz de la vela comenzaba a debilitarse. Mi pulso era cada vez mas débil. El susurro del viento contra la ventana, adormecía mis pensamientos. Fue entonces cuando ocurrió. Resbale poco a poco sobre mis brazos, encorvándome sobre el papel. El tono anaranjado del habitáculo presagiaba un final inminente.
El ojo me observaba. No podía dejar de escribir.
Mi cabeza toco la fría madera sobre la que antes apoyaba mis codos. Los párpados se cerraron para siempre y la vela se extinguió.

La luz se apago. Aparte el ojo del pequeño agujero que comunicaba las habitaciones. Aquel viejo extraño, no cesaba en sus escrituras.
Una montaña de libros y hojas manuscritas lo envolvían en su cubil, empequeñeciéndole detrás de su pluma.
Por momentos parecía estar al tanto de mi curiosa presencia, detrás de la fina pared, observándole.
Sentía una enorme curiosidad por tener en mis manos las palabras de aquel extraño escritor nocturno. Su pálida y asustadiza cara dejaban entrever que aquellas líneas escondían algo mas que gruesos hilos de tinta.

..... Seguiré vigilando mañana.

Texto agregado el 02-05-2004, y leído por 147 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-08-2005 estoy deacuerdo con mariafernanda... me quedé con ganas de mas... un susurro.* susurros
23-05-2004 ¿no has pensado continuar con este relato? es super completo tiene suspenso y engancha rápidamente al lector. Te felicito, me encantaría tener esa facilidad para relatar sin aburrir... mariafernanda
02-05-2004 Vaya que se nota el suspneso, en realidad se siente, un buen cuento, me ha gustado. ypues no queda más que votar por ti. aquo
 
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