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Una tarde en una plaza, en una antigua ciudad, vi a este hombre. El agua le llegaba casi a la cintura y una panza grávida se excedía por sobre su cinto, se remojaba en el agua y parecía que iba a explotar. Sus pocos pelos se despeinaban en la nuca y algún mechón rebelde le cruzaba la frente, se le confundía con la barba desprolija que dejaba ver su dentadura desprolija también.
Este hombre, un poco ebrio, de vida tal vez, o de alcohol, tenía un imán atado a un piolín. Con él atraía las monedas, las capturaba y las clasificaba según su valor. “Este hombre –pensé- se va quedando, uno a uno, con los deseos que otros entregaron a la fuente. Qué estafador.”
En ese instante la luz del sol jugó con el espejo de agua. Me encandiló. Y mis oídos escucharon, como en susurros, “O será un ángel?”
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Texto agregado el 18-09-2008, y leído por 94
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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29-09-2008 |
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Pienso que pudiste darle un mejor final... buena rushenka =) kappa |
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