23. LA VERDAD SOBRE LOS DIOSES
María se mostró inquieta
-¿De verdad eres Regeos? – preguntó
-¿Acaso lo dudas? - dijo Regeos
-David es un germ desde hace muchísimo tiempo, y Orly apenas tiene mi edad, no podría ser ni el tatarabuelo de su tatarabuelo
-Mira, no dudes de lo que yo te digo. – dijo Regeos riendo - Escucha, los germ un día fueron humanos y tienen sus destinos trazados. Aunque luego sean condenados a ser germ, conservan su destino. David y Orly estaban destinados a ser hermanos, aunque Orly por haber muerto en varios mundos lo haya olvidado, David sigue acordándose de que es su hermano. Cada vida que pasa Orly en un nuevo mundo vuelven a conocerse, si bien no como hermanos, sí que tienen una relación fraternal igual que si lo fueran. David es el pequeño de los dos, no sé si recordarás el aborto que Teresa, la madre de Orly, tuvo cuando tú y Orly erais aún muy pequeños
-Yo no lo recuerdo, pero me han hablado de ello
-Pues ocurre en cada nueva vida, en diferentes circunstancias. A veces hay variaciones en sus destinos y en ocasiones Orly nace de otra madre, pero la línea general de sus destinos es esa
-Yo no sabía…
-Es lógico, muy complicado e íntimo para que te lo hubiera dicho él - dijo Regeos
-Entonces lo que me dijo…
-Yo nunca he dicho eso, he de decirte que lo que te dijo, lejos de ser verdad o mentira, lo dijo movido por los celos. Así que la credibilidad que gana con ser su hermano, sus celos hacen que la pierda
-Así que estamos como antes… - dijo María
-Estás como antes - le corrigió Regeos
-¿Tú lo sabes?
-Sabes demasiado, despierta ya, tenemos mucho camino por recorrer - dijo la voz de Regeos transformándose en la de Miranda.
-Has dormido bastante - dijo entonces la voz de David
-Sí, ¿algún problema? - dijo María con voz de resaca
-Sabes que no deberías - dijo David
-Pero puedo, Regeos me está ayudando - dijo María. Miranda, viendo la tensión que había entre ellos dos, retrocedió hasta la puerta y se fue.
-Así que cuentas con la ayuda de los dioses – se mofó David
-Al menos ellos me cuentan cosas que me interesa saber
-¿Sí? ¿Como qué? - dijo David con curiosidad
-Nada que te interese
-No has dicho eso para luego no contarme,
¿me lo vas a decir?
-No, sólo quería decirte que algunos dioses son mejores que algunos humanos
-Dioses, esos seres avarientos que ahora vagan por sus mundos. – se lamentó David - Dime, si los dioses fuesen tan benévolos como te quieren hacer creer, ¿sería el mundo así de imperfecto?
-El mundo es perfecto - afirmó María
-Me extraña que tú misma creas lo que digas. Tú que has recorrido tanto camino para llegar hasta un sitio donde no sabes que pasará, has perdido por el camino a tu “amante”, a tu madre, tu reino, tus tradiciones que hasta ahora no eran lo que se dicen perfectas, tu amiga ha perdido a su hija, has exterminado casi por completo a un pueblo, nunca volverás a dormir como antes, y además todo lo que aquí te está pasando… - dijo David, y a María se le comenzó a caer una lágrima - Los dioses no saben lo que necesitamos, no saben que no los necesitamos, con sus poderes podríamos hacer que el mundo volviera a ser como la soñamos, la edad de oro
-Ya existió una edad de oro - dijo María secándose las lágrimas de la cara
-No, sólo es un mito, es una tendencia que tenemos a pensar que hubo una vida mejor, es lo que nos frena de los continuos avances. Las Jurásikas y las Nanditas creen haber tenido su edad de oro, pero no, los hombres morían igual, había agonías, falsedades, mentiras, traiciones, pero eso nunca queda escrito salvo cuando hay sangre por en medio. Es por eso por lo que se considera que algunas épocas fueron edades doradas, sólo por el hecho de no existir nadie con la suficiente sangre fría de plasmar sobre el papel lo que ocurría. La época en que los dioses vivían aquí es la más parecida a la edad de oro de la que hablas, pues era mejor que la de ahora, sin duda, pero yo tampoco la llamaría una edad de oro. Aún siendo el lugar perfecto, siempre hay quien podría hacer dientes del oro con tal de tenerlo cerca. La edad de oro vendrá de la mano de los hombres
-Pero entonces serán los hombres los que se convertirán en lo que tú dices que son los dioses
-Puede – dijo David - pero entonces, al alcanzar un límite, las cosas deberían ser como antes y los dioses deberían retomar sus poderes arrebatándonoslos a nosotros, en una especie de ciclo regulador
-Pero, ¿por qué no te dedicas a disfrutar de esta vida como todo el mundo? - dijo María
-Porque es una injusticia, nos crearon para luego abandonarnos, tendrías que haber visto los otros mundos… - dijo David - Están completamente abandonados a su suerte, y están vencidos por la ignorancia. Creen que aquellos que se hacen llamar sus amigos sabrán defender sus opiniones, y luego sus mismos amigos son los ignorantes. La ley del más fuerte rige en casi todos los mundos. El primer dios que haga una pequeña muestra de intención de ayudarles será el Dios, el único, no habrá otro. Y se le idolatra, incluso a veces bajo distintos nombres y promoviendo distintos ideales, que han llevado a la gente a matarse. Hay un mundo socialmente destrozado por los dioses, donde ni siquiera su Dios les presta atención. Y aquellos que no se mataban, se distanciaban tanto, que un leve gesto les suponía una amenaza, y entonces el pez grande se comía al pez pequeño… Son otros mundos, si por lo menos los dioses no hubiesen aparecido causando sus devastadores efectos, al tiempo que ellos los ignoran, sus mundos les ignorarían, pero no, los mundos siguen atados a sus falsas y macabras religiones. María, ahora los dioses prestan una leve atención a este mundo, pero, ¿qué pasará en cuanto dejen de prestarla? ¿Quieres que este mundo se convierta en aquél del que te he hablado?
-No – dudó María - pero yo confío en los dioses
-Entonces, ¿por qué te mienten?
-¿Cómo que me mienten? - preguntó María
-María, hay veces en las que se crean mitos, como en ese lugar del que te he hablado. Y hay gente que llega a creerse esos mitos. – explicó David, María le miraba con cara extrañada - Mira, lo que te quiero decir es que no tienes que confiar en todo lo que hayas creído ver hasta ahora. Quizás ahora no estés hablando conmigo y solo sea imaginación tuya, quizás mañana te levantarás en tu reino y celebrarás una gran fiesta, no podrías asegurar que nada de lo que te ha pasado sea cierto
-Tú sabes algo, ¿qué me quieres decir? - Dijo María adelantándose a los hechos, y tras un largo tiempo de silencio María preguntó – David, ¿los dioses existen?
-No puedo contestar a esa pregunta, sería… déjalo, no preguntes, ¿vale? - dijo David - María, te voy a explicar una cosa con la que lo entenderás: las Montoyas no existen - María se quedó por un momento petrificada
-Pero Laura…
-Intentaré explicártelo, pero no será fácil. Reco no ha existido nunca
-¿Como? ¿tiene esto algo que ver con lo que decías antes? - preguntó María
-Sí. Ni siquiera pudisteis verlo más que en vuestra cabeza, y sólo lo pueden ver una minoría. En otros mundos os lo pretenderían curar como una enfermedad
-Pero, si no existía, sí que es una enfermedad
-No, él no existía y no se podía percibir. – explicó David - pero en ocasiones algunas personas ven más de lo que deberían. Reco era una voluntad, la voluntad de un dios
-¿La voluntad de acostarse con Miranda?
-No, no lo entendiste. Las voluntades residen dentro de los cuerpos, a no ser que se tenga un gran poder y, como hizo en su día Regeos, se extraigan de su cuerpo
-Así que era la voluntad de Regeos
-Sí, y era totalmente libre mientras Regeos lo quisiera. Era un ente independiente, hasta que Reco cumplió los deseos de Regeos antes que él
-¿Salir del templo?
-No, encontrar a Heaven
-¿Reco encontró a Heaven? - preguntó María
-Sí, a eso me refería con lo de Laura. Laura era Heaven, Heaven era la Montoya - dijo David
-Pero… ¿cómo? Si Heaven era Laura, ¿por qué se enamoró de Reco, si sólo era una voluntad?
-Porque en esos momentos no era una voluntad, sino el mismo Regeos
-Me estás liando, ¿Reco era Regeos o era una voluntad?
-Veamos, en cuanto Reco vio a Laura, dejó de ser independiente para formar parte de una prolongación de Regeos
-Ya lo entiendo pero, ¿por qué Laur…esto… Heaven decía que era una Montoya, si en realidad no lo era?
-Heaven nunca te dijo que fuera una Montoya - dijo David con una sonrisa
-Pero tampoco dijo lo contrario - dijo María frustrada
-Para no llamar la atención entre vosotras, al igual que Regeos
-Entonces, con lo que me acabas de decir, me has confirmado que los dioses existen
-¿Y quién te dice a ti que estamos hablado en realidad? al igual que te podrías imaginar tus conversaciones con los dioses podrías haberte imaginado esta conversación. No te fíes de nada
-¿Entonces qué debería hacer? - preguntó María
-Lo que te haga más feliz - dijo David
-¿Debería seguir mi camino?
-Nada te lo impide
-Sí, tú
-Yo no te lo impido… - dijo David, y en ese momento entró Miranda
-Nos vamos ya, ¿vienes? - dijo Miranda a David
-No, no viene - dijo María
-¿Quién eres tú para impedirme ir con vosotras? – exclamó David
-¡David! ¡No saldrás de aquí! ¿Está claro? - dijo María imperativa
-¿Por qué? Hace tiempo que no tengo madre - contestó David
-Pero es que…
-Lo sé. – dijo tajante David - pero soy bastante mayor como para tomar mis propios riesgos
-David, no lo hagas. Por favor… - dijo María
-Haré lo que quiera
-Pues conmigo no irás - amenazó María
-Cierto, me voy. Lejos de ti. A un mundo al que espero que no llegues nunca - dijo David enojado y se fue del edificio. María lo siguió y pudo ver como salía de Germélion. María rompió a llorar al instante, y Miranda mientras hacía intentos vanos por consolarla.
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