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Inicio / Cuenteros Locales / tres / Sólo con sus culos.

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Yo estaba en la sala echándole un vistazo a una de esas revistas de celebridades. No tenia la menor idea de por donde había entrado aquella chingadera, igual no me molestaba. En la portada posaba una actriz con un culo de cinco quilates. Dios, si hubieras visto aquel trasero nacarado. Brillante como la curva de una manzana cubierta de roció. Abrí las páginas y comencé a leer los encabezados. Todos ellos estaban muy bien, pero yo no sabia de quien putas estaban hablando ni como podían afectarles aquellas camorras.
Bueno, pues yo estaba ahí sentado y no esperaba nada. A veces me preguntaba que jodidos estaría haciendo Ninel del Conde para no quitarse la vida. Se me antojaba desnuda. Con el cuerpo cubierto de manteca, un pollo frito en su estomago y un imbecil con la cara llena de granos modulando el diafragma de la cámara. Si, quizás estuviera en medio de una sesión para el Kentucky.
Tenia que olvidarlo, la idea era endemoniadamente rentable y yo no quería nada con ninguna actriz. Sólo con sus culos.
El teléfono timbró. Dejé que hiciera su teatro un buen rato y luego contesté. Demasiado tarde, habían colgado. Me senté y abrí nuevamente aquella suculenta revista, y no pude evitar pensar que todo aquello era más interesante que muchas de las mierdas que producen los artistas intelectuales.
Valla, al menos todas esas historias me tiraban un buen hueso que roer. Me refiero a algo que analizar para hacer un firme diagnostico del mundo. Estamos jodidos.
Una vez mas el teléfono. Esta vez tomé inmediatamente la bocina.

- ¡Si!
-¿Max, eres tú?
- Si, ¿Quien carajos es?
- Soy Randrup, estoy afuera de tu casa, tengo que contarte algo que he visto en el Internet.
- Randrup, vete a tu casa, ya pasa de la 1 de la mañana. Mañana me platicas.
- Abre hijo de puta, crucé toda la ciudad para contártelo...esto te va a poner los pelos de punta, es algo realmente increíble. Tú una vez lo dijiste pero nunca lo creí posible.
- Yo digo muchas cosas que no me creo ni yo mismo.
- Bien, pues esta es una de tus mentiras que te pateará el culo. Te lo aseguro.
- Vete a casa Randrup, tienes una familia. Disfrútala.
- No, en serio, no me hagas orinar tu puerta... Tocaré al timbre, tendrás que salir bastardo...

Colgué el teléfono y me desplacé hasta el sofá donde había dejado la revista. Randrup comenzó a timbrar y a sacudir la portezuela. Lo dejé un buen rato afuera y me concentré en las tetas de Marta Higareda. Los golpes continuaron. Me estaba hirviendo los huevos el cabron. Tanta fue la joda que tuve que dejarle las tetas a Marta.
Corrí hasta la puerta. La abrí enfurecido. Estaba apunto de atizarle un golpe a media nariz cuando me percaté que sostenía en sus brazos un paquete de cervezas frías y frituras de cerdo. No me puedo resistir a la corteza de cerdo ni a las cervezas. Lo deje entrar. Llevaba puesta una camisa de algodón bien mona y unos jeans bien ajustados. Lucia como cualquier marica de algún programa de cadena nacional. Saben a cuales me refiero.
Para entonces Randrup ya estaba achispado. Bebía en exceso por cualquier detalle. Mujeres, trabajo, bujías de auto, niños, barcos y perros.

- ¡Max culo de plomo! – balbuceó ofreciéndome una cerveza.
-¡Randrup el archipiélago marica!.. ¿Qué te hace venir a joder a estas horas?, deberías estar en algún putero de la ciudad.
- Los dejé. Hoy me he librado de todo. He dejado a mi esposa y a mis hijos. ¿Recuerdas aquella ocasión en casa de Amarillo?... mencionaste algo sobre venta de mujeres en Internet. ¿Lo recuerdas?...no importa.
- ¿Vendiste a tu esposa cabron?
¡No, por dios no! El punto es que encontré un buen pedazo de culo que caliente mi cama. Ahora tendré quien me baile todas las noches. A Lidia no le gustaba bailar. Estaba repleta de aberraciones y eso me escaldaba los huevos. Tu me has visto en los puteros, sabes como me pongo con todas esa tetas rozando la barra e interpretando a Joan Sebastián. Dios, el punto es que ayer por la mañana decidí entrar a revisar algunos documentos en Internet.
- ¿Pornografía?
- Claro, ¿Que mas? ¿No te gusta? ¿Eres marica?
-Si me gusta Randrup... sigue con la historia.
- Bien, el chiste es que la pantalla estaba en night-shoot Una chica alemana gimoteaba mientras le pastaban las nalgas. El tipo era un gorila de pija corriente, he visto monstruos, gente de gimnasio que manda chingar a su madre al tal Rasputín. Bueno. El video terminó y yo estaba fascinado. Luego seleccioné otro. Unas chicas asiáticas de tetas diminutas y pezones altivos; soberbios Max... ¡como dos peones bloqueando un hormiguerito!
- Ya... ¿Y?
-¡Y se lamían como dos terneras lunáticas! Debiste haber visto el color de aquellas almejitas. Preciosas, un rosado que difícilmente encuentras en la naturaleza. Un rosado que te hace pensar que dios existe .En fin, terminaron el repasó, y ahí estaba aquel anuncio. Algo discreto. Serio definitivamente. Con letras anaranjadas y con la monofónica de las bodas de fígaro. No se Max, fue revitalizante...como jugar a la ruleta rusa y salir vivo...
- ¿Que carajos decía el maldito anuncio?
“¿Siempre quisiste una fiel esposa Japonesa?, esta es tu oportunidad!”... eso decía aquella mierda. Di un clic, y ahí estaban. Millones de chicas japonesas como las que había visto en el video. Todas esperando en la repisa por Lovely Randrup. Seleccioné una y después otra hasta llegar a “Myumi, nacida el 10 de octubre de 1987 en Tokio”, como la gran mayoría que presentaban, “Altura de 1.36. Medidas 80-60-88. Como siempre una japonesita espectacular de la que seguramente estaréis complacidos; por lo menos a mi me ha encantado”. No lo pensé más. Tecleé el número de mi tarjeta e hice el encargo.
- ¿Como es que te aprendes de memoria esas mierdas?
- No son mierdas Max. Nada es una mierda cuando se trata de la mujer de tus sueños.
- Valla, ¿Cuanto dijiste que tenia de estatura?
- 1.36 y de tetas...
- ¡Lovely, si esto no es una maldita estafa acabas de comprar una jodida pigmea!
- ¿A que te refieres?
- ¡Me refiero a que eres un pelmazo y acabas de comprar una enana!
-¿Cuanto es 1. 36 más o menos?
-Omm... más o menos así. – Señalé con el dedo índice un estupendo duendecillo de madera que decoraba mi sala.

Randrup no dijo más acerca de la esposa perfecta. El rabillo de sus ojos se lleno de lágrimas. Su alma había sido rociada por la calida meada de la ineptitud. Conozco muchos tipos imbeciles en este mundo, Randrup no era el peor. Pero sinceramente era el más cercano y el que más me irritaba. Lidia no era bonita, tampoco una de las mejores, ninguna lo es. No tenia de que quejarse, al menos ella soportaba como roble todas las manías que pasaban por el putero que tenia por esposo.
Ya casi daban las 3 de la mañana. Las latas de cerveza se habían vaciado. El silencio apretaba tanto como el calor de la noche. Me sentía incomodo. Quería seguir con mi revista y olvidar todas las tonterías que había escuchado. Eran demasiadas para un solo día. ¿Qué estaría haciendo Ninel del Conde en aquellos momentos? Seguramente soñaba con grandes pijas que le perforaban el vientre. Pijas ladronas que entran y se roban una tripa. Pijas paparazzis que sueltan chorros de cera a kilómetros y luego venden la silueta del labio a los museos locales. Pijas aerodinámicas con motores de cohete y empuje vertical. Pijas, pijas, pijas.
Terminé lanzando a Randrup a la calle pasadas las 4. Al cabron no le gusto mucho la idea; no tenía porque gustarle. Fue mi prerrogativa.

Texto agregado el 18-09-2008, y leído por 1206 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
20-09-2009 Personajes tristes. Me gusta como te expresas, como describes y manejas la palabra.Quizá hay cosas por pulir y alguna falta de ortografía (no es valla, es vaya) Nunca pongo estrellas, me parecen un timo, pero esta vez te coloco cinco porque no me parece justo que tus historias pasen desapercibidas. Saludos. Selkis
 
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