¡Quiero brindar por las causas perdidas!
que en algún momento me mantuvieron con vida…
en esas noches de desvelos, de frio,
porque me dieron abrigo,
cuando la soledad tocaba mi puerta.
Brindo porque en mis laberintos y desvaríos,
me dieron esperanza y cordura,
manteniendo esa lucecita encendida
cuando en mi vida solo había tormentas,
y algo más que obscuridad.
Brindo porque es lo más justo en este tiempo de sabiduría,
porque al fin soy libre…
de empezar como Dios manda,
lucido, sin peros ni ataduras,
libre de falsas expectativas.
Causas perdidas que no fueron sin sentido,
aunque algunas algo estúpidas y
otras sobrevaloradas,
pudiendo ser un poco utópicas
como la paz misma y Superman.
Brindo porque en mi soledad
me hicieron caminar en la calle de los besos sin amor,
conociendo su encanto,
y el retorcido sabor a traición, pecado, libertad,
todos esos momentos que por momentos no se pueden olvidar.
Brindo por mis causas perdidas,
que por instantes maltrataron mi vida,
robándome la alegría,
de la magia del contacto,
del beso verdadero.
Por los desamores y enojos que fueron,
por el tiempo perdido,
por las cartas escritas,
por las canciones malditas,
por los noches en que me soñaron.
Brindo por el ingeniero que soy armando sueños,
por el doctor que llevo por dentro que cura las heridas (especialmente las mías),
por mi posgrado de aviador en el combate,
por mi música carente de instrumentos
y por el mal administrador que soy dosificando amor.
Brindo por mi patria,
que es una causa justa y aún no esta perdida,
porque vivamos juntos y en armonía,
libres del chamuco, sus tentaciones y averías,
brindo para que me perdonen si los ofendí o les fallé.
Así también por la raza, el mojado, el estudiante, el hambriento,
el enfermo, la Santísima Trinidad, mis Abuelos, Tilapa, mis primos, tíos y amigos,
los maestros Sabina, Fito, Enrique, su majestad Lady Sosa,
así como aquel “tal” Arjona, aquél que le cantaba a “Las señoras”,
y por esa mujer, que me hizo cambiar tantas veces de parecer.
Brindo también por el “brindis de Arturo”,
Dios sabe cuanto amo a mi Madre y desde luego a mi Padre,
y a tantas ramas que de ellos se desprenden,
brindo porque aunque tuve mis causas perdidas que me causaron heridas,
le dieron diversión y sabor a esta vida.
Porque sin dolor no hay felicidad,
porque es mejor aprender a levantarse,
porque es mejor vivir que soñar,
por eso brindo yo y por las nuevas causas que vendrán.
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