¿¡Mama, estas molesta!? decía asustada y confundida en tono melindroso mirandola directo al rostro. La cocinera, quien no respondió ni se inmutó ante las palabras sumisas y suplicantes, la sacó del gallinero, la colocó en un lugar especial y habiendo terminado de afilar el cuchillo, lo abalanzó velozmente sobre el pescuezo del desdichado animal.
Con una mueca de esfuerzo en su rostro, deslizó el metal haciéndolo oscilar de arriba a abajo, separando la cabeza del cuerpo, dejando escuchar el pellejo desgarrado y el crujido ahogado de la columna vertebral quebrándose. El cuerpo aun con vida y gorgoteando sangre no entendió lo ocurrido, por lo que siguió aleteando nerviosamente, caminando tambaleante y defecando de terror esperando un lúgubre final.
Sus ojos se movían frenéticamente con expresión desesperada de un lado al otro intentando salir de sus orbitas, como si estos vieran al mas horrendo de los demonios del otro mundo, pero pronto la energía fue consumida y lentamente se fueron cerrando para siempre.
la familia entera, estaba reunida en la sala, hablando animadamente, compartiendo y conmemorando ese día tan especial, mientras en la cocina, un sarcófago triste y lleno de agua hirviente esperaba el cadáver de una hija asesinada.
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