Dientes de leche (Dedicado a mi madre en el día de su cumpleaños)
El niño ensimismado en su libro de cuentos, miraba sin apenas ver las ilustraciones mientras que con la lengua jugaba con su diente de leche a punto de desprenderse.
Esa misma mañana su madre le había dicho, tras examinárselo, que aún estaba demasiado sujeto para que se cayera y que fuera paciente que ya se caería solo. El niño le hizo caso unos eternos dos minutos, ya que las madres saben mucho de dientes, y se dispuso a darle al diente con la lengua mientras que pensaba cuanto dinero le traería el Ratoncito Pérez esta vez.
Seguía leyendo su cuento cuando en su cabeza de 6 años le estalló la duda de cuantos dientes le quedarían. Se dispuso a contarlos con la lengua, pero no fue capaz de hacerlo. Se fue al espejo del baño y con un taburete se alzó por encima del lavabo en un equilibrio digno de un funambulista y con voz gangosa contó a su manera y frente al espejo cuantos dientes le quedaban. Memorizó el número y corrió a calcular su pequeño patrimonio dental. Cogió un lápiz y práctico dos cuentas, ya que la primera le pareció un dineral y la segunda se lo confirmó. Los ojitos se le iluminaron y excitado por la idea fue al encuentro de su madre en la cocina que ya estaba preparando la comida.
- ¡Mamá, Mamá! – le espetó a su madre mientras ella sacaba unos filetes de la nevera
- Dime, hijo.
- ¿Cuánto crees que me va a traer el Ratoncito Pérez cuando se me caiga este diente? – le preguntó el niño abriendo la boca y señalándose el diente.
- Pues, no lo sé, eso siempre depende de él, ¿por? – contestó su madre
- Por nada, solo quería saber cuanto dinero tenía ahorrado.
- ¿Cómo que ahorrado? – le dijo su madre – Con los dientes no se ahorra, hijo.
- ¿no? – le respondió el niño sorprendido- si cada vez que se me caiga uno me trae dinero es como si lo cogiera de la hucha ¿no?
Su madre se sonrió ante el razonamiento y le dijo
- No, hijo, no, los dientes solo vuelven a salir una vez.
- Ah, vale. – asintió el niño, ya que las madres saben mucho de dientes
-¿y las piernas?
- No hijo, las piernas solo salen una vez y no vuelven a crecer como los dientes.
- ¿no? – atinó a decir el niño extrañado.
El secreto revelado por su madre fue tan impactante que el niño no volvió a tocar el diente hasta que se lo encontró esa tarde clavado en su bocadillo.
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