La explicación de lo que ahora se ubica como falta a la moral en la sociedad regiomontana se remite a nuestra propia existencia.
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¿Qué les interesa a las dizque autoridades lo que uno hace en privado en su propio privado de cibercafé?
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¿Por qué no mejor vigilan a los taxistas que asaltan e incluso llevan al cómplice en la cajuela listo para que ataque al pasajero?
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Que conste que si se atreven a clausurar otro cibercafé del área Tec me voy de Monterrey.
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Que conste que en la Constitución que yo tengo libertad de opinión y puedo ejercer mi falta de moral.
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¿Qué es la moral para una sociedad que no sabe la historia de Fray Servando Teresa de Mier, nuestro sacerdote católico y escritor de tratados híbridos entre filosofía y política?
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Se supone que en China los chinos no pueden ingresar a páginas que atenten contra su cultura.
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Pero si en Monterrey nuestra cultura está basada en la pornografía, ¿cuál es el problema?
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Si la Macroplaza, la Macrobandera, el Faro del comercio, el artificial río Santa Lucía, la Lagartera y demás elefantes blancos de nuestra arquitectura no son emblemas pornográficos, ¿qué son?
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Si me voy de Monterrey, además de mi familia y amig@s, ¿alguien me extrañará?
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Evidentemente si clausuran todos los cibercafés del área Tec ya no habrá niños bonitos y atléticos en el gay.com.
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La pornografía está cimentada en el exceso, por eso Monterrey es una ciudad porno.
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En efecto, por efecto, evidentemente me voy.


Óscar David López