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Inicio / Cuenteros Locales / Jeve_et_Ruma / \"Los muertos que vos matáis...\"

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“Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud...”



_Y bueno, che, todos guardamos algún muerto en el ropero, no? –dijo Augusto con indiferencia, y sin darle más importancia al asunto repartió los billetes en cantidades iguales.
_Acá está, fifti fifti, como habíamos quedado.
Evaristo tomó la parte que le correspondía, saludó y se marchó con tanta premura como falta de agallas. Bajó del taxi varias cuadras antes de su domicilio, necesitaba aire fresco. Miró infinitas veces hacia atrás, alucinando que lo seguían. No estaba acostumbrado a llegar tan lejos en su indecencia, aunque pensándolo bien, tampoco era un santo, en distintas formas pero siempre había buscado la forma de hacer su “canuto” como llamaba al dinero que le entraba por los pequeños robos, claro que los montos iban subiendo y mientras no fuera descubierto, no había problema alguno. Con el tiempo, aprendió a apoderarse de lo que no le pertenecía, sintiendo casi culpa nula. De últimas, la vida era una sola, demasiados años agachando la cabeza, estaba cansado de ser un cordero! Y con esos pensamientos de rebeldía exacerbada, llegó a su casa, donde lo esperaba Dorita, con la cena ya servida. Dorita, esposa ejemplar, si en algo tuvo suerte, fue en encontrar semejante joya dentro de la variedad femenina, brillaba desde adentro, a veces él hasta le veía un aura celestial. Dorita... Tan perfecta que aburría.

_Che, despertate, el “viejo” crepó anoche!!
Augusto se escuchaba tan contento en el sueño que por un momento temió que la noticia fuera real. Saltó de la cama y se duchó mecánicamente, como todos los días.
Al abrir las puertas del ropero para escoger su indumentaria, algo parecido a una voz proveniente del interior terminó por despabilarlo:
_Ay, Evaristo, Evaristo...
No podía creer lo que veía.
_... Señor...?!!
El dueño de la fábrica, su jefe, el “viejo” Rodríguez en el ropero, pálido, como... Muerto.
_Ya sé que me robaste, Evaristo. Tantos años en la empresa y mirá cómo respondiste, qué disgusto, “me mataste”, hombre...
Atónito, no encontró solución mejor que empujar al jefe hasta el fondo del ropero, donde estaban los trajes viejos y la ropa que utilizaba cuando salía de pesca, algo que ya casi no hacía.

Evaristo continuó trabajando en la empresa, Augusto también, como apenas se hablaban, nadie sospechaba qué negocios los “unían”. Su imagen era intachable, peinado con gomina, zapatos siempre lustrados, la ropa limpia y planchada; entraba y salía del trabajo con la misma pulcritud. Todas las mañanas pasaba revista a su muerto, cada vez más muerto, pero aún parlante: “qué disgusto, me mataste, hombre...”
Comenzó a sufrir de insomnio, pues escuchaba esa frase cada vez que ponía un pie en el dormitorio. No sabía qué hacer con el cuerpo, tampoco tenía idea de cómo había ido a parar ahí; lo tomarían por loco, lo encerrarían en la cárcel por desfalco y ocultamiento de persona! Por el momento, mejor dejarlo donde estaba, además, su esposa no parecía notar nada raro y tampoco escuchar, algo que a esa altura, ya no lo asombraba.

El insomnio lo llevó a salir por las noches veraniegas procurando encontrar un poco de tranquilidad a su agitada conciencia, dar la vuelta del perro, cansar el cuerpo con una caminata, llegar y dormir aunque fueran tres horas seguidas.
Así conoció a Agata, solterona snob pero “sexualmente volátil”, tal como se presentó.
La manzana prohibida fue un manjar imposible de evitar, él dijo que era viudo, suficiente para que Agata le mantuviera su energía en alta en todos los aspectos.
Hasta que una mañana la encontró en el ropero.
_... Qué... Qué hacés acá?! No me digas que vos también te moriste...
Ella levantó los hombros con desdén:
_Andá a saber... La cosa es me mentiste bien feo y ahora estoy donde me ves.
_Por favor, metete más al fondo, Agata, haceme la gauchada, mi mujer...
_No pretenderás que me ponga al lado del viejo! Tiene olor!
Pero Evaristo no le dio tiempo a caprichos de ubicación, la empujó y cerró la puerta justo a tiempo.
_Pasa algo, cielito?
_No, nada, mi amor...

El tercer huésped del ropero fue el alegre comprador de su maquilladísimo automóvil, tanto que casi pasaba por o km.
El cuarto: Carlos, su carnicero de siempre y que también continuaba fiándole a pesar de haberle dejado varios “clavos”. Lo descubrió comprando carne en el supermercado, nada más que para ahorrarse unas monedas y no pagar lo que le debía.
Con el quinto tuvo ciertos desacuerdos, era un conocido de sus años de militancia política al que había negado cual Pedro contemporáneo y se negaba a ir más adentro del ropero si no le aseguraba un “lugar digno”.
Para colmo, cada vez con más asiduidad escuchaba los gemidos de Agata y las risas de los otros cuatro: “Evaristo, vení, animate...” Eso trastornaba todavía más su mente, los recuerdos con la fogosa Agata lo llevaron a un estado de desvarío tal que envidiaba a quienes estaban en el ropero, cómo se divertían, qué bien la pasaban ahí! Y él? Acobardado, acomplejado, monótono... Y Dorita... Sí, está bien, ella era un ramo de fresias recién cortadas, toda virtud, pero comparada con Agata tenía la misma lujuria y desparpajo que una monja de clausura.
Tanto insistieron, que, aprovechando la salida de su esposa para conmemorar el 35 aniversario del egreso secundario, tomó coraje y abrió la puerta del improvisado escondite.
Los miró uno por uno, no se veían alegres como supuso, hasta le dieron un poco de lástima, tan pálidos.
De pronto, sintió un golpe en la espalda que lo llevaba directamente al fondo del ropero y la puerta que se cerraba dejándolo a oscuras. Por más que quiso abrir, fue inútil, y aunque nadie podía escucharlo desde el otro lado, él sí oía sin interferencia alguna el crujir de su cama –cuánto hacía que no la escuchaba crujir!- por las embestidas del enorme cuerpo de Augusto contra el siempre núbil y ahora ardiente de Dorita.




Texto agregado el 15-09-2008, y leído por 808 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
27-01-2009 como dijo teclas, ese ropero....que final! gracias por estar!super bueno!!!!5****** mbo
14-12-2008 Despues de tantos comentarios,solo puedo darte un caluroso aplauso ,mis respetos y (tendre cuidado...)******* shosha
30-10-2008 Jajaj, que ironía final, lo encuentro muy creativo, contado a la altura de uno, me entiendes?, ameno, aterrizado en la realidad de cada uno y tremendamente creativo, excelente....5 online
03-10-2008 BUENÍSIMO!!!CONFIRMO LO DICHO HACEN UN DUETO MARAVILLOSO ESTETICO E IMAGINATIVO divinaluna
02-10-2008 exelente historia por las dudas no abriré mi ropero me encantó el final teclas
27-09-2008 y mis estrellitas gmmagdalena
27-09-2008 Me quedé atrapada en esta historia, casi casi dentro del ropero, jajaja. Muy pero muy buena, original si las hay. Me encantó. Felicitaciones. Un beso. Magda gmmagdalena
24-09-2008 En donde se lee que la culpa se viste de muerto y nos amarga la vida como si fuera un perro fiero cada vez que abrimos las puertas del armario de nuestra conciencia, hasta que nos mata. Y para remate el adulterio inesperado: Augusto con la disoluta Dorita "la perfecta que aburría". azulada
24-09-2008 Waww...!! que final. Excelente historia, deslumbra tu imaginación.***** luna-azul
21-09-2008 muy bueno che. me gustó pila me gustó. econtumente
19-09-2008 Me ha gustado, es interesante.Tendré cuidado con las puertas de los armarios.Si es que no se puede uno fiar.... naju
18-09-2008 Está bueno. Texto original que se lee con interés. 5* rigoberto
17-09-2008 Señora una historia de película. ¡¡Mis felicitaciones!! ¿Qué me contás de Dorita? ***** alejandro45
17-09-2008 Ah! Un cuento genial, verdaderamente bueno. me da envidia no haber escrito algo así, con tanto ingenio y humor entremezclado. Excelentísimo! Felicitaciones y un saludo!***** josef
17-09-2008 Che muy bueno!!! Mirala a Dorita he? Y bueno... al final le cabe a caulquiera. Excelente!!! Un abrazo. petzenko
17-09-2008 En esta impresionante historia pareciera que se cumpliese el aforismo aquél de que así como es abajo es arriba, refiriéndose a que el la hace la paga. Pero claro, podemos escapar a todo, más no a la consciencia. Ésta nos mantiene la memoria activa para que nunca olvidemos lo que realmente somos. Si pusiésemos más atención a ella, quizás, los traumas que nos acechan de por vida, no se acumularían para pasar factura cuando menos lo esperamos, deseamos o necesitamos. Impecable narrativa, aleccionadora historia y con un jaque mate final, como el ajedrez de la vida. Felicitaciones. Un gran abrazo. sofiama
16-09-2008 Buen texto ...final inesperado, muy bueno... naiviv
15-09-2008 Uno recibe al final lo que se merece, y nosotros, los lectores, esta estocada de originalidad, que nos deja a gusto y hermanados con la página de cuentos...Gracias, a los dos. churruka
15-09-2008 En la otra esquina debian estar los otros muertos de dorita .. Yo por eso me hice un vestidor. mi ropero era un kilombo ya.. harryhaller
15-09-2008 Buena trama. Bien llevado. Murcielago
15-09-2008 Es un placer comenzar mi dia, que aca en Mexico es feriado, con esta lectura. Tu cuento me mantuvo en suspenso todo el tiempo, y realmente no me esperaba ese final. ¡¡Muy bueno!! jabbier
 
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