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LOS CABALLITOS DEL CONOCIMIENTO


De los explosivos libros de química a los enormes anaqueles de la medicina, de la inimaginable física quántica, al arte medieval, del esplendor de la historia de México, a la violencia en sus hogares, de la geografía de la Grecia, a la riqueza africana, de los derechos humanos a la Encyclopedic economics, de los libros de superación personal a la exquisitez de los poemas de Pablo Neruda, de todo, de todo se respiraba ahí, en la feria.

Los pasillos improvisados y de poca duración, contrastaban con los eternos estantes metálicos que resguardan a los libros de la Central, a penas unos cuantos días lluviosos de marzo y abril, dieron lugar a la frescura del conocimiento y para ello no solo se necesitaba de interés sino de algo más, mucha, pero mucha plata.

LOS VIEJOS

Del otro lado los viejos, unos con más de 50 años de vida, otros, presumen de conocer el mundo siglos atrás, los mexicanos y los extranjeros, los morenos, los güeros, los gordos que saben de medicina, de matemáticas y de química, los que se resisten a morir, los que llegan, los que se han vestido de azul, de verde, de rojo, de café, los que presumen de saberlo todo, los que hablan de teorías y los que halagan verso a verso a la misma vida, ellos son los libros.

CARRUCEL DE LIBROS

En esta segunda feria del libro de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México, se dieron cita distintas editoriales. Cada una de ellas mostraba a los visitantes sus más recientes creaciones, o mejor dicho sus más recientes adquisiciones.

En esta ocasión la feria se ubicó en la sala de lectura al aire libre, adaptada de unos cuantos stans, decorada con papel picado y globos multicolor, miles de personas asintieron para conocer cual es la llamada “Vanguardia del conocimiento”.

El recorrido iniciaba con la bienvenida de un bello stand que arropaba a la cultura oriental, seguido por las enormes enciclopedias de la historia del Arte, y unos cuantos libros que pedían agritos que alguien los respetara, el titulo “Derechos humanos”.

En ese pequeño espacio y a pasos agigantados, se podía hacer un recorrido por todo el mundo, de la Italia renacentista a la caída del muro del Berlín, o de la Grecia antigua, a la revolución industrial, en fin, en el camino del conocimiento no hay rutas designadas.

Como en las ferias de pueblo, todo mundo entraba para contemplar la majestuosidad de las luces de colores. Había para todos, chicos y grandes buscan divertirse, unos con los juegos de azar y otros con los mecánicos. Aquí, de mecánica, solo la Quántica, de diversión la física y las reacciones química y para degustar, eso si, una palomitas de maíz cortesía de la feria.


COMO EL EXAMEN DE INGRESO, UN PROCESO DE SELECCIÒN.

La cara de los visitantes lo decía todo, pasaban del asombro y la emoción, a la desilusión y el naufragio, era cuestión de un par de segundos para que tocaran esos dos extremos. A los que entraban, se les notaba una impaciencia inmensa por conocer lo nuevo, a los que salían, solo les quedó verlos de lejecitos ya que los precios de los libros eran muy elevados.

Pero nos queda un consuelo, algunos de esos libros podrán ser parte del acervo de la Biblioteca Central. La doctora Silvia González Marín, directora general de la Biblioteca Central, dijo que el objetivo principal de la feria es que los usuarios recomienden a la Biblioteca aquellos títulos que consideren importantes y de interés para su formación académica, y que de esta manera, sean considerados en el programa de adquisición.

Como sucede con el examen de admisión a la UNAM, estos títulos expuestos en la feria, serian sometidos a un proceso de selección, como el que cada seis meses realizan miles de jóvenes para ingresar a la universidad.

Es de suponerse que muchos de ellos quedaran fuera y serán pocos los que logren entrar. “Me parece bien que existan las ferias de libros, lo malo es que son muy caros y realmente no podemos comprarlos ni en un sueño”. El es José Vázquez estudiante de medicina y visitante de la feria. “me he encontrado con títulos muy interesantes pero al ver el precio quedo aun más sorprendido”. Puntualizo el chico de bata blanca.

Como José, muchos estudiantes y profesores llegaban con ilusiones y deseos de encontrar algo nuevo, pero casi todos salían verdaderamente incrédulos de la cantidad de ceros de cada ejemplar; pero eso no es todo, la mayoría obtuvo un premio de consuelo, como en el juego de las canicas de cualquier feria, aquí el consuelo, palomitas de maíz cubiertas de salsa “la botanera”.

Así trascurrieron los días en la feria de la Biblioteca Central, aquella sala de lectura al aire libre parecía más, una cámara generadora de caras tristes y desilusionadas aunque, para unos cuantos estudiantes, las palomitas amenizaron el mal rato.




Texto agregado el 01-05-2004, y leído por 270 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-05-2004 gracias por el paseo...por cierto el guía turístico sabe como manejar el arte de la comunicación...mis felicitaciones para él torovoc
 
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