Ella medita junto a una fuente mirando al cielo,
escucha el ángelus
nacido a media luz en sus entrañas;
fluye la angustia caliginosa,
en el santuario de sus ojitos bascula un símbolo...
Sophía, un vivo aliento te estremece,
descubres besos en las orillas del agua límpida,
y en el espejo de tu libertad
zurces el clímax del corazón.
Sophía, mimetizas tus sentidos
con cristales de lluvia mayestática.
Oh niña ingenua,
encuéntrate a ti misma, atiende a tus latidos más remotos.

Un beso es comunión con la salud,
te dice el alba con susurros frágiles...
Y tu alma expresa: "¡No te abandones, que el hondo miedo yacerá nulo!"
Sophía, retratóse en ti Pegaso
ascendiendo a los ejes de la paz...