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22. EL CORAZÓN DEL GERM

Miranda salió del círculo de Germélion junto a un germ, que seguramente sería Ainoa y junto a David, vestido ya con ropas normales. María se preguntó de donde habría sacado aquellas ropas.
- ¿Miranda, Ainoa, podéis dejarnos solos, por favor? - dijo David preocupado. Miranda le hizo una sonrisa a María y se marchó con Ainoa - ¿Qué te pasó?
- Nada, sólo que…¿ese es tu verdadero cuerpo? - dijo María
- Sí, devolví todos los que no lo eran - dijo David bromeando, y María sólo sonrió
- Es solo que… verás, es una tontería, pero antes de conocerte a ti, yo ya vi tu rostro en sueños, y…bueno, me hizo pensar a quién amaba en realidad - dijo María
- ¿Y bien..?
- David, voy a seguir mi viaje - dijo María sin mirarle a la cara
- ¿Por qué? ¿Por qué haces esto?
- No te amo - dijo María escondiendo su mirada cada vez más
- ¿Entonces por qué me besaste? - dijo David descompuesto
- Estaba muy sensible, y allí estabas tú. Además descubrí el significado de la profecía y quería comprobarlo, eso es todo
- Me estás mintiendo. ¿Es por Orly?
- No, Orly ya no es importante en mi vida - dijo María
- ¿Entonces por qué continuar tu viaje? - dijo David
- No dejaré a Miranda sola
- En ese caso también puedo ir yo
- No, no vengas - dijo María tajante, David tardó en volver a hablar.
- ¿Y cuando os vais?
- No lo sé, esperaremos un tiempo para ver qué camino debemos seguir - dijo María, y tras un silencio abrazó a David para consolarle
- ¿Vendréis más tarde conmigo? - dijo David
- ¿Dónde?
- Uno de estos edificios es mi casa, ¿sabes? Yo también tengo derecho a dormir - dijo David
- ¿No te habrás cabreado por lo que te he dicho?
- Déjalo, ya hablaremos - dijo David alejándose hacia donde esperaban Ainoa y Miranda.
María le contó a Miranda todo lo que había pasado en cuanto tubo la ocasión
- María, sabes muy bien que te sigue gustando Orly, ¿por qué le dijiste eso? - dijo Miranda
- No quería que se enfadase
- Pero no creo que sea muy creíble eso de que me quieras acompañar, si no consientes que él venga con nosotras
- Ya, él no se lo ha creído, pero no me atrevo a decirle que sigo queriendo lo mismo que quería antes de conocerle a él - dijo María
- Entiendo, ¿dónde está ahora? - dijo Miranda
- Estará en su casa
- ¿Te dijo algo?
- Me invitó a ir a su casa - dijo María, Miranda rió
- Ah, pues puedes irte ya si quieres, yo estaré aquí con Ainoa
- No, tú también vienes, y Ainoa - dijo María cogiéndolas del brazo
- ¿Yo?, ¿por qué yo? - dijo Ainoa mientras era arrastrada
- Pareces no tener nada que hacer, además ninguna de nosotras sabe cual es su casa - contestó María
- No importa, todas las puertas conducen a su casa – comentó Ainoa - al igual que todas conducen a la mía y a la de todos los germ
- ¿Es como las puertas de Germélion? - preguntó Miranda
- Sí, más o menos. Vamos, hay una puerta por aquí cerca.
No tardaron en llegar a uno de los edificios. Por su fachada crecía la hierba que rodeaba el canal que pasaba por ella. Tocaron a la puerta, ésta se abrió y detrás estaba David
- Hola - dijo él mirando a las tres mujeres
- He traído a Miranda y a Ainoa, ¿no te importa, no? - dijo María
- Claro que no, cuando te dije que vinierais me refería a las tres, ¿no serías tan egocéntrica que pensaste que sólo te lo decía a ti, no? - dijo David
- No, pero como nunca se sabe lo que te puede llegar a molestar… - dijo María con rencor. Todos pasaron, era una casa enorme de aspecto rústico, con muchos muebles y el suelo de madera. En el centro del salón donde habían entrado había una mesa pequeñita, con cuatro cubiertos preparados y una bandeja de carne y otra de verduras asadas en el centro, además de una descomunal jarra de una bebida de color negro azabache. David les indicó que se sentaran, a su lado se sentó María, y enfrente se encontraban Ainoa y Miranda, Miranda frente a María y Ainoa frente a David.
- ¿Qué es esto? - dijo Miranda cogiendo la jarra con bebida y sirviéndose un vaso
- Es Klimos - dijo María - en mi pueblo también lo bebemos, pruébalo.
Miranda se llenó un gran vaso de aquella bebida y le dio un trago, y saboreó el dulzón sabor de la bebida
- Néctar de dioses en algunos mundos - dijo David. Todos comieron y bebieron bastante hasta que no pudieron ni si quiera levantarse de los bancos que había por asientos. Los efectos embriagadores del Klimos empezaban a hacer mella en ellos. En ese momento, mientras Miranda hablaba con Ainoa cosas de poco sentido, David abrazó a María y ambos se volvieron a besar. Estuvieron largas horas besándose, mientras Miranda y Ainoa les miraban sorprendidas, hasta que dejaron de darle importancia. Entre los besos se susurraban cosas al oído, probablemente a causa del Klimos
- ¿De verdad puedes ir a cualquier mundo? – le preguntó María
- Sí, donde sea - dijo David mientras volvía a besarla
- ¿Crees que Orly se acordará de mí? - dijo María, y entonces David rechazó los brazos de María - ¿Qué pasa?
- Me habría gustado más que me dijeses que Orly sí que te gustaba, pero no que me mintieses - dijo David, ya sin susurrar, más bien gritando
- ¡Pero si no me gusta! – se excusó María
- Ya lo veo
- ¡Es verdad! ¿Con quién estoy? - dijo María, Miranda contemplaba la escena boquiabierta mientras que Ainoa hacía ya tiempo que cayó dormida
- ¿Me quieres? - dijo David, María tardó demasiado en contestar
- No, pero tampoco a él - dijo María finalmente
- Seguro que si Orly estuviese aquí me dejarías aquí por irte con él - dijo David. María no dijo nada -Mira, si no me quieres no vuelvas a besarme. Por favor…
- Tú empezaste a abrazarme – le recriminó María
- Pero tú me besaste sin que yo te gustara
- Mira David, he bebido demasiado, y si tú empiezas así…
- Entonces ya está claro - dijo David - no volverá a pasar.
Se hizo muy tarde, David les ofreció su casa para dormir y todas aceptaron la propuesta. María y David seguían sentados hablando de los mundos que conocían, esta vez fue María quien comenzó a abrazar a David, y le rechazó de nuevo
- ¿Qué pasa? - dijo María
- Querías volver a besarme, ¿verdad?
- Sí, ¿tú no quieres?
- No - dijo David cortante
- ¿estás cabreado? - dijo María
- No, pero no quiero estarlo - dijo David rechazando su insistencia
- No va a pasar nada
- No - repitió David
- ¿Es que ya no me quieres? - dijo María
- Sí, pero tú no, por eso.
- Pero si tú ya lo sabes, no tenemos por qué discutirlo, es algo que ya tienes claro
- ¿Ves lo que quiero decir?
- Pero si sabes que te quiero - dijo María
- A eso me refiero…sólo me quieres cuando bebes - dijo David levantándose
- ¡David! ¡Ven, por favor! – gritó María - No me encuentro bien…
- Ahora vuelvo - dijo David, aunque Miranda también había caído en el sueño, y se fue. María, con una sonrisa pícara se tapó la cara y empezó a forzar unas cuantas lágrimas, al poco tiempo ya estaba llorando. David no tardó en volver
- ¿Qué te pasa? - dijo David
- Soy una desgraciada - dijo María fingiendo
- ¿Por qué dices eso?
- Primero Orly muere, y ahora tú… - dijo María y David la abrazó
- Pero si te he dicho muchas veces que te quiero
- Pero es mentira
- Sabes que no…
- Entonces, ¿por qué no me quieres besar? - dijo María
- Sólo quieres que te bese porque has bebido demasiado - dijo David
- No, siempre te he querido, pero no te lo he querido decir…
- Entonces, ¿por qué te vas? - dijo David - ¿Por qué no te quedas aquí conmigo
- Me quedaré contigo, porque sabes que te quiero
- No, ya me lo dirás mañana, no digas nada de lo que te puedas arrepentir. El alcohol habla por ti, hasta mañana - dijo David y se fue a una de las habitaciones
- ¡David! ¡Vuelve David! - dijo María, y al rato de estar la casa en silencio María se durmió sentada en aquel banco.
- Cuanto tiempo - dijo Regeos de pronto irrumpiendo en la mente de María
- Déjame – contestó ella
- Has mentido mucho últimamente…
- ¿Te molesta?
- ¡SOY EL DIOS DE LA SABIDURÍA, CUALQUIER COSA QUE FALTE A LA VERDAD ME OFENDE! - dijo Regeos de forma estridente, de forma que le infundió el respeto a María
- Lo siento, no me encuentro muy bien - dijo María
- Lo sé, últimamente no duermes lo suficiente - dijo Regeos
- Me gustaría pensar sola, eso es todo
- No puedes hacer eso, todos los dioses tienen acceso a tus pensamientos sin que tú te des cuenta, sólo en tus sueños nos percibes
- Ya, pero aún así me siento incómoda
- Es normal, no te lo tomes como algo incómodo, piensa que así somos dos para pensar, y que yo tengo respuestas para todo - dijo Regeos
- Pero si yo no quiero saber nada, sólo es que estoy confusa
- ¿Por?
- La profecía, hablaba del corazón y no sé si es eso lo que realmente ocurrió, quizás no se haya cumplido la profecía y sea cualquier otra cosa. Ahora yo quiero volver a mi vida de antes, pero no sé si podré. ¿Y si le digo a David que puede venir con nosotras?
- No podría, tiene que quedarse en Germélion - dijo Regeos - sino por siempre, hasta que se adapte a ser humano. Fuera sufriría mucho
- ¿Por qué? ¿Ha perdido las cualidades que tenía por ser un germ?
- No, se han reducido bastante, pero sigue siendo muy poderoso, por eso creo que podrá sobrevivir fuera. Aunque lo pasará mal hasta que el dolor sea tan monótono que lo olvide
- ¿Qué le produce ese dolor? ¿Está enfermo o algo así? - preguntó María
- No, ni mucho menos. No es ese tipo de dolor, este dolor sólo se siente en el alma
- Pero, ¿qué se lo provoca?
- Sabe demasiadas cosas, incluso cosas que me son desconocidas a mí, demasiado poder para un simple humano. Si saliese ahora mismo, me temo que pudiera incluso morir. - Comentó Regeos - Debe de permanecer en Germélion hasta que controle su poder y las capacidades de su nuevo cuerpo. Entonces comprobaremos si puede dominar su poder o no
- ¿Y si no puede?
- Si no se queda en Germélion morirá
- ¿Y qué tiene Germélion de especial? - dijo María
- Que mientras esté allí, no existirá. – dijo Regeos - Nada de lo que hay en Germélion existe, ni siquiera tú. Tu cuerpo en realidad ahora es un simple cadáver tirado en la costa de tu mundo
- ¿Cómo?
- Tranquila, puedes volver a tu mundo en el momento que quieras - dijo Regeos tranquilizador
- No sé si te he entendido bien - contestó María
- Que cuando vuelvas podrás volver como si el tiempo no hubiera pasado. Pero en un tiempo paralelo tu cuerpo se quedó sin vida en las puertas de Germélion - dijo Regeos - Es por eso la importancia de que David se quede
- Mejor, no me gustaría que viera cual es el verdadero motivo de mi viaje - confesó María
- ¿Por qué temes la verdad?
- Porque no la conozco
- Porque no la pronuncias - dijo Regeos
- No, no podría ¿oíste lo que me dijo de Orly? – protestó María - ¿Quién se cree que es para decir eso de él? ¿Acaso lo conoce?
- Quizás mejor que tú – le contestó Regeos
- ¿Cómo?
- David es su hermano

Texto agregado el 09-09-2008, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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