…
Poco a poco, el cansancio se iba adueñando de sus cuerpos,
pero a pesar de ello, seguían resistiendo,
pues no querían perder ni un solo minuto,
hasta que el sueño empezó a cerrar sus ojos.
Se levantaron,
se sacudieron la arena de la ropa,
e iniciaron el regreso a casa,
con una gran alegría que no eran capaces de ocultar.
De camino a casa, por el paseo,
cogidos por la cintura,
ambos tenían un suave brillo en la piel,
sus rostros resplandecían de felicidad.
Tras acompañarla a su casa,
como era de costumbre,
se dieron un cariñoso abrazo,
y acabaron con un suave beso en los labios.
Ninguno quería soltarse,
ninguno era capaz de asimilar todo aquello,
ni tan siquiera eran capaces de pensar,
solo sabían que es noche no podrían pegar ojo.
Él se esperó delante de la portería hasta que se hubo apagado la luz,
luego inició el camino de regreso a su casa
intentando descifrar todo lo ocurrido esa noche.
De repente, ella salió corriendo y se abalanzó sobre él.
Los dos cayeron al suelo.
Mientras se recuperaban de la caída,
él le preguntó qué es lo que ocurría
y ella, sin contestar, se lanzó hacia sus labios.
Cuando hubo obtenido lo que necesitaba,
le respondió que necesitaba robarle un beso
así sabría si era realidad todo aquello
y si en verdad su corazón le pertenecía.
Después se levantó y regresó corriendo a su casa,
él muchacho, atónito por los acontecimientos
se levantó del suelo, y reanudo la marcha
sin entender muy bien lo que había ocurrido.
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