Actúan desbordados, amenazantes,
devoran todo a su paso,
no existe consciencia individual,
el individuo desapareció como ser pensante,
desde hace 10 años,
lo que existe es una entelequia bestial,
agónica,
desproporcionada,
el hombre Estado
que alimenta a las hormigas hambrientas,
ellas devoran todo a su paso,
desde alimento hasta conciencias,
su instinto básico es la confrontación y el miedo,
dos elementos primordiales para ser considerados “ciudadanos modelo”.
Ellos continúan su vida,
con su mentalidad de comuna,
pero el Venezolano es más que eso,
es una individualidad,
cuando nacemos se rompe el molde,
nacemos para ser diferentes,
con individualidad,
no para agradar a la Comuna de hormigas rojas hambrientas.
Ellas caminarán con su sonido maligno de tropa,
un devorar perenne es su signo,
un paso militar,
la milicia del hormiguero rojo,
ellos se arman porque tienen miedo,
se sienten inseguros en su cueva roja,
temen perder su poder,
del hormiguero rojo,
es su estilo de vida,
creer que todos somos hormigas de su hormiguero,
que le pertenecemos,
en vida y esencia,
Un Venezolano existe más allá
del concepto de tropa,
de hormiga y comuna,
observa el sol nuevamente,
con su libertad de conciencia
lejos del hormiguero
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