Noche
noche tras noche
sueños
rotos
días rotos.
Besos que consumen
como ardientes rescoldos
de lo que nunca fue
ni será un fuego.
La necesidad de juzgar
devora la rima,
cada uno de tus pasos
otro clavo,
otra palada de tierra
sobre el ataud
tras el que me escondo.
Mil kilometros es muy lejos,
los dos lo sabemos,
demasiados para sentirte,
demasiados para que te acuerdes,
y los sentimientos agonizan
sin una palabra.
Alzase de nuevo el orgullo,
franca barrera, es mi identidad
la que me mantuvo en pie
ventidos años demasiado cortos,
que se ahogan en un solo suspiro,
que pasan en tan solo un roce,
que se pierden en tus labios.
Remonto de nuevo el vuelo,
miro al cielo y por mas que busco
no me encuentro,
no me reflejo en el azul espejo,
y las estrellas me miran inermes,
muertas,
bolas de gas que se consumen.
Los versos se desgajan
y se dejan caer sin orden,
los ladrillos de este castillo
son ya viejos y lloran.
Porque te abrí la puerta,
porque adornaste cada sala,
cada rincón de mi alma,
porque te abrí la puerta
y tu te fuiste. |