Hace muy poco he comprendido el significado de muchas de las cosas acontecidas hasta hoy, en mi vida. He comprendido que si he llegado hasta aquí, y de la forma en que he llegado, es porque probablemente debía ser así para aprender muchas lecciones por el camino. La mayoría de las veces, lecciones muy duras, difíciles, pero verdaderamente valiosas todas ellas. El camino siempre ha sido angosto, lleno de escollos, obstáculos difíciles de saltar. He caído tantas veces, pero todas ellas me levanté. Hubo momentos en los que ya no tenía fuerzas para continuar levantándome y caminar, y también hubo momentos -por qué no decirlo- de casi rendición, donde un día una mano agarró con fuerza la mía y logré levantarme.
Desde hace algún tiempo intento decirte lo que significó tu mano, y no había encontrado el modo. Ambos sabemos que la mejor forma que conozco de expresar lo que siento es esta, por lo tanto, es así como te diré que; tu mano significó para mi, LA VIDA. Vida en la que descubrí el amor de verdad, donde no hay cabida para el egoísmo, ni frivolidades, ni crueles soledades. Una vida en la que no concibo ni una sola ausencia tuya. Eres la razón por la que respiro cada día, el motivo de las sístoles y diástoles de mi corazón, eres esa chispa que encendió mi sonrisa y le devolvió la luz a mis ojos.
Esta carta, tiene además otro cometido, ser, al mismo tiempo, una declaración de intenciones. Por esa razón quiero que sepas que mi intención es; seguir amándote sin condiciones, compartir todos los momentos de la vida, más buenos o más malos. No mentirte jamás, ni aunque crea que es una mentira piadosa, pues sí, he comprendido que una mentira nunca alberga piedad. Estaré siempre, mientras tú quieras que esté, pues mi intención es envejecer a tu lado y amarte siempre hasta el fin de mis días y más allá de ellos, también.
Hoy, mi Sol, quiero decirte, que el proyecto que más me importa en esta vida, eres tú, Jesús Flores.
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