Alzando las manos al cielo, implorando la ayuda de dioses antiguos, lanzo mi lamento de desesperación.
Entre mis dedos se desliza, aún caliente, la sangre de mi amada; su cuerpo ya lívido parece flotar en un lago púrpura nacido de sus entrañas; sus ojos sin vida parecen preguntarme desde el más allá el porqué ahora no me pueden ver; su rictus convierte aquel bello rostro que amé en una máscara macabra de pánico y sorpresa. ¿Qué puedo decirle si ya no me escucha? ¿Cómo explicarle esta sinrazón si ni yo mismo lo entiendo? ¿Cómo justificar lo injustificable?¿Quien puede comprender un crimen tan atroz?.
Esta locura que nubla mi cerebro no se disipará jamás, la sangre nunca se irá de mis manos por mucho que las bañe en mi llanto; mis sentidos dejarán de percibir todo, abandonaré mi cuerpo y mente para ser un cadáver vivo, un muerto cuya alma quedará relegada a una nada interior.
Alzando mis ensagrentadas manos,imploro a todos los dioses que aumenten mi locura para huír de mi crimen.