Me tumbo de noche, con la cara al cielo sobre un prado cualquiera
a descifrar el destino en las caras del infinito como harían los griegos siglos atrás
pretendiendo con mis precarios conocimientos de astronomía
calcular el día en que aparecerá de nuevo mi sombra de medianoche

tímidos destellos anuncian el pasado de una luz que fue entregada al universo
cientos de años atrás
pero no dicen nada del futuro, ni augurios ni deseos, ni lamentos
solo callan, parpadean, conversan con la vecina de la constelación de al lado
pero no alcanzo a oir
aún, con todo y eso, la cosita brillante que estrena su luz como si tuviera noticias que contar
me mantiene mirando al techo del mundo

en el silencio cruza el destello de una estrella fugaz, roba mi concentración por cuatro segundos
mientras pido un deseo que no va para mí
...que joda esto de cargar con la melancolía como un tatuaje...
si, tenía razón, definitivamente
"a la ausencia no hay quien se acostumbre"