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Aedorud


Anoche soñé con las estrellas, decía con los ojos iluminados. Anoche soñé que visitaba el universo, que volaba lejos, hasta Sidonia. Y los ojos se le perdían mientras seguía platicándome. Fue en una nave, saltó por encima de las nubes y por fin pude verlas, nadie me lo platicó, pude verlas. Le sostenía firmemente la mano, y le acariciaba el rostro, mientras se despedía de este mundo. ¿Sabes que son muy bellas? Me preguntaba, son hermosas, relampaguean en la negrura del espacio.

Sidonia, tan lejos para nosotros, pensaba, mientras acomodaba la espalda. Hace calor y sudo por todos lados bajo el traje. La oscuridad del sitio se rompe con la luz de su narración. Lo contemplo mientras sostengo con una mano su mano y con la otra el inyector. El sol, ¿sabes? También pude verlo, un gran disco blanco sobre la oscuridad perpetua.

Tras la última guerra, la energía eléctrica solo permanecía en lugares indispensables para Sidonia, en las fuentes de generación de alimentos, en los campos de cultivo. Inmensas extensiones con clima artificial, sostenidas en medios de cultivos especiales para cada especie, irradiadas por lámparas blancas todo el día, acelerando la producción.

En las calles, la oscuridad llega al anochecer, las eternas nubes de un verano prolongado, se colorean de rojo. Sobre las antiguas ciudades, se construyeron inmensos complejos industriales, en donde día y noche, velan las máquinas y algunos hombres para que la producción no se detenga y continúe siempre. El poder del dinero mandó construir algunas casas para los trabajadores y centros comerciales alrededor. Más allá, las ciudades permanecen en ruinas.

Aún más lejos, inmensos reactores velan con sus luces encendidas. En el interior de cada depósito un ejército de bacterias es alimentado para producir combustible, para que nada pare. Densas columnas de humo ascienden hasta compactarse con la atmósfera. Todo es gris durante el día, y hondamente negro por la noche.

Tras la última guerra se destapó por fin el verdadero dueño del mundo, de los mundos. Las banderas sucumbieron ante el poder del dinero que todo lo compra y todo lo vende. Fue precipitada la huida al espacio de los más ricos, de los que pudieron hacerlo. Las ciudades aún no estaban del todo terminadas y aún existían problemas para el abastecimiento de alimentos. Así que se escogió, no de manera azarosa, de entre los sobrevivientes, a los que harían funcionar las plantas de generación. Para ellos fueron hechos barrios y asentamientos, casas nuevas y centros urbanos completos, donde pudieran vivir sin dar problemas, y pudieran sostenerse a sí mismas y a Sidonia. Las plantas fueron protegidas y los suburbios fueron construidos para soportar la contaminación del medio. Cada uno de los puntos importantes del complejo fue aislado en una burbuja, quedaron como islas. Se comunican por túneles y es necesario transportarse en trenes.

Mucho tiempo antes de la guerra, los asentamientos comenzaron a construirse, las ciudades del futuro decían. Todo estaba planeado, solo eran hologramas las naciones, una farsa que no tardó en caer.

Las mujeres y los hombres son estériles todos. De toda la población, antes del nacimiento, con un secuenciador de ADN se obtiene su información genética y esta pasa a un banco de datos. Si el individuo conviene a algún propósito, no se esteriliza y se controla su actividad durante toda la vida. Es necesaria variabilidad genética, aún no se ha podido sustituir por métodos artificiales. Pero no todos son aptos para ella. Cuando una persona enferma y se conoce que no hay remedio, silenciosamente desaparece junto con su pareja, todo mundo sabe que no regresarán, pero todos han optado por ignorarlo y no preguntar más. La versión oficial dice que son retirados para su comodidad a centros de recuperación donde tienen todo lo que necesitan. Los hijos de las parejas no estériles son criados de manera especial y dependiendo de su función se distribuyen a la edad necesaria.

La razón de mi estancia en la ciudad es la de encargarme de los desterrados, yo soy uno de ellos. Nuestra misión es proteger la ciudad de la idea de la muerte, la gente es más productiva si no piensa que un día llegará, al menos eso dice el gobierno, últimamente lo he dudado. Por la noche, mientras la mayoría duerme, debemos entrar a su apartamento, hacerlos dormir, y llevarlos fuera de la ciudad a los crematorios. Nadie sabe su ubicación, solo nosotros. Solo nosotros conocemos bien el destino y los pasos que hemos de seguir. Esta noche mi pareja y yo fuimos encomendados en la misma misión.

Condujimos gran parte de la madrugada hasta llegar al destino. Los bajamos, mientras él despertaba, no fue suficiente la dosis. Sin protección alguna no tardaría mucho tiempo en morir y en un acto instintivo le cubrí el rostro con mis manos. Lo recosté sobre en una saliente de los muros y me acerqué, él lloraba, le sostenía la mano mientras me platicaba.

Duérmelo ya, me pidió mi pareja. Duérmelo antes que alguien te vea. El inyector permanecía temblando en un bolsillo. Me seguía platicando, yo lo miraba quieta. Lloraba con un llanto tranquilo y perturbador.

Ezel se adelanta, y me lo imagino poniendo a la mujer en la banda, mientras rugen las llamas al final del camino. Me invade una sensación nunca antes experimentada. ¿Conoces la luna? ¿Alguna vez la viste? Es blanca y hermosa, más blanca que como se ven en los monitores, blanca y hermosa, como tu piel. Y me llama por el nombre de su esposa. Una lágrima se evapora bajo la careta, y en el fondo se oye el fuego ardiendo.

Deslizo el inyector desde la bolsa y lo coloco en su hombro, presiono el botón. Los ojos se le van cerrando lentamente, mientras le digo que todo estará bien, ya todo estará bien. Sus últimas palabras son murmullos. Relampaguean en la negrura del espacio… Y expira mientras me aprieta la mano y se me forma un hueco en el pecho.

Lo transporto hasta la banda y lo miro avanzar, seguido de una docena hasta perderse en las entrañas rojas de la cámara. Es hora de regresar, ya es gris el cielo cuando salimos. Preguntarán por la demora.

Por entre el marrón del paisaje ya se pueden ver los edificios en ruinas y las grandes burbujas a los lejos. Esa extraña sensación me acompaña todo el camino, recargo la cabeza sobre el vidrio, mientras parpadea la luz verde del rastreador del vehículo. Varios mensajes parpadeando en la pantalla, preguntando por el retraso.

Unos diez kilómetros antes de llegar, el camino se hace subterráneo. En una de las entradas de la ciudad, la guardia con sus trajes antirradiación espera. Pienso en los informes que habremos de entregar, preparo el dispositivo. Las puertas se abren, un exclusa y luego otra. Detengo la grabación y le pregunto a mi compañero ¿Conoces las estrellas? Él me mira con desconcierto. Aedorud sí las conocía. El desconcierto crece en sus ojos.



NOTA 1: La idea del poder del dinero y los hologramas de naciones, son ideas tomadas del ensayo "El Mundo: siete pensamientos en mayo de 2003" del Subcomandante Marcos.

NOTA 2: Los nombres de los personajes se los debo a mi queridísima amiga y excelente escritora Aleksandra Le Fanu.

Texto agregado el 08-09-2008, y leído por 230 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
12-09-2008 Me agrada ese círculo, ese comienzo que termina en final; ese sueño que se hace realidad en un futuro que quiere ser perfecto pero resulta tan imperfecto como todo lo es en nosotros mismos. Las descripciones aterradoras. Bello relato de ciencia ficción. Un saludo! josef
09-09-2008 La idea, que a mi juicio no es toda falsa.."Poderoso caballero es don don dinero" me convenció porque la comparto. A esto hay que halagar tu estilo...Sin duda, más que un buen cuento. churruka
08-09-2008 Oh! Pensaba comentarte, antes de llegar al final, que no era necesario que al pricipio se entendiera como un coloquio entre dos "terrestres", que con la primera persona narrando su periplo era más que suficiente. Pero ese final es estupendo. Eran dos desterrados, a fin de cuentas. Creo que hay material para algo más largo y que aquí has hecho muy buenos apuntes narrativos. Aristidemo
08-09-2008 Me vi avanzando por Odisea 2001 de Kubrick pero estas imágenes del futuro son más crudas, transidas de una poesía desoladora que confirma nuestro disparatado avance como sociedad. Nos haces desplazarnos por esos lugares de noche permanente o vigilia artificial, para al final cerrar el broche del cuento con la magia perdida para siempre de poder mirar las estrellas. Aquí van 5 por tu oficio. quilapan
08-09-2008 En una escenografía de Metrópolis, la selección de las especies y un último poeta muriendo sin golondrinas. Triste pero bello texto, Me gustó mucho. Saludos arqui
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