Presta atención amigo,
porque no repetiré tal muestra de atención.
Empuña con fuerza tu cuchillo
que la hora de la entrega, ha tocado el índice de sumisión.
Alberga esta humilde y profana existencia
este ejemplo de virtudes y serenidad
cual rio de patologías abundantes
y cicatrices en cadena
van llenando la cantera,
entre canticos y alabanzas,
mientras la efectiva húmeda bruma verde
acecha el colosal y pendenciero amanecer.
Empuña bien tu cuchillo, amigo
pues el arma del silencio
pide a gritos dar sentido a esta calamidad.
Arrodillado me jacto de pertenecer
y rehacer este manto de carne fresca,
sabanas blancas manchadas de existencias
y pútridos quejidos mañaneros,
que culminan con estas putas ganas de vivir.
Comienza el trabajo, amigo
no me mires a los ojos
pues veras en ellos el agua
de aquel pozo de la infancia
donde inocente lanzabas monedas
transacción perfecta por un sueño
No lo dudes, amigo mío
lanza mi moneda al pozo
y cumple este sueño anhelado
satisface el arma del silencio
que recibe orgullosa el reflejo del sol
cuya silueta casi femenina
roza el aire delicadamente
hasta hacerlo gemir, hasta hacerlo gritar.
No tiembles, amigo mío
tu parte ya esta hecha,
el rio purpura y odoroso
baja senil por aquella montaña
por aquella ladera huesuda y malograda.
Labios color mora y carmesí
trémulos ante aquel espectáculo
claman por fin la victoria
sobre aquellos ojos que al fin
desde esa primera vez imberbe
que se abrieron a esta inmunda realidad
por fin descansan y son libres.
Gracias a ti amigo,
a tu descanso,
a tu desvelo,
a tu incansable misión paternal
de contar hasta diez
tomar el control
y sentir que cambiaste nuevamente al mundo,
sin pensarlo, sin medirlo
y hoy haces justicia... compañero
sangre de mi sangre,
esto es sin llorar.
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