Resulta curioso que los recuerdos que más firmemente se afianzan en el cerebro humano sean los aromáticos. Agradables o desagradables. Podrás olvidar nombres, situaciones, personas, pero es difícil que olvides un perfume, un aroma, un simple olor. Lo relacionaras la primera vez que lo experimentes a persona, cosa o lugar, y cada vez que lo vuelvas a sentir automáticamente la imagen de esa persona, cosa o lugar aparecerá en tu mente. Sin esfuerzo. Sin dudas. “Huele a azahar”, y aunque solo disfrutases de su aroma una vez en la vida, en tu niñez, el aroma traerá a tu mente rápidamente el nombre y la imagen del azahar. Así de fácil. Así de maravilloso es el recuerdo de un aroma. Aun en los más desmemoriados, sea por la edad, por enfermedad o por simplemente mala memoria, este mecanismo sigue casi intacto. Increíble y maravilloso a la vez.
De los desagradables, que siguen la misma mecánica de recuerdo, no hablaré por razones obvias.
Esta característica de nuestro cerebro tiene a veces un matiz, una, quizás podíamos llamar “excepción a su mecánica de funcionamiento”, realmente maravillosa. Esta excepción ocurre cuando, sin saber la razón o a veces intuyéndola, nuestro cerebro asocia a una persona ciertos aromas. Sin ser esta persona la primera asociación entre esos perfumes y ella, cada vez que su recuerdo asoma en tus sueños, una fragancia le acompaña. Es la mecánica inversa. No es un olor el que se relaciona a una persona, es esa persona la que, automáticamente, te recuerda un perfume. Aun más maravilloso si cabe.
Me siento afortunado. Cada vez que la recuerdo inundan mi mente tres aromas diferentes. Huele a mar y huele a pino. Mezclados. Tan agradables son ambos que su recuerdo me infunde una maravillosa y agradable sensación. Un deseo de poder permanecer en ese recuerdo cuanto mayor tiempo mejor. El mar, los pinos y su recuerdo. Un irrepetible lugar en mis sueños.
Si, hablé de tres aromas diferentes y solo me he referido a dos. El tercero es tan agradable como los dos primeros, pero no sé por qué razón aparece. Cuando la recuerdo huele a mar, a pino y a….almendras aun verdes. Ese olor dulce a almendra acompaña al de mar y pino.
No sé por qué razón pero así hueles tú, a mar, a pino y almendras. Que maravillosos regalos nos hacen los aromas envueltos en sueños.
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