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Son las siete de la noche cuando Pedro entra a su casa. Toda su ropa está mojada, afuera llueve como nunca. Escucha el sonido de los autos que pasan ahí abajo en la avenida. Se frota las manos y saluda a su hermano que está con su enamorada viendo televisión juntitos los dos en la sala. Un programa concurso para adolescentes. Pedro camina rumbo al cuarto que comparte con su hermano, y en el camino da una ojeada veloz a la libreta donde anotan los recados telefónicos. Como siempre, nada para él. Antes de abrir la puerta de su habitación voltea y observa por la puerta entreabierta del cuarto del frente. Alcanza a ver una parte de la pierna de su padre. Pedro sabe que este llega de trabajar a las seis, entra también directo a su cuarto, se cambia de ropa y se echa a ver televisión toda la noche, mayormente telenovelas; como hasta ahí le llevan la cena y tiene baño propio, no tiene necesidad de salir.
Enciende la luz de su cuarto, camina hasta la cómoda y allí deja la maletita azul que lleva al trabajo. Cierra su puerta y se echa sobre el camarote, en la cama de abajo, donde duerme su hermano que ahorita está en la sala. Prende la televisión y se pone a hacer zapping. Saca el celular de su bolsillo y lo pone a un lado de la cama, cerca, para escucharlo en cuanto suene. Todavía guarda la esperanza de que ella lo llame, como antes, cuando todavía eran algo. En el fondo, Pedro sabe que ella ya no llamará con la frecuencia de antes. Convive con esa tristeza, con la rabia.
Así está echado en la cama. Por momentos mira la computadora y le provoca prenderla, seguir avanzando la escritura de su novela. Pero no lo hace, el desánimo lo tiene prisionero.
Está así hasta que escucha que abren la puerta del departamento y escucha también la voz de su madre. Se levanta, sale a saludarla y se queda sentado en la sala viendo televisión. Su mamá entra a la cocina, ve que todo esté en orden. Luego de que ella ha ido hasta el cuarto del fondo a saludar al padre de Pedro recién se sienta en el sillón. Pedro la ve agotada. Trabaja todo el día en un taller de costura. No gana mucho, está preocupada porque este año no ha podido ahorrar algo. Pedro conversa con ella, intercambian bromas en las que también participan su hermano y su enamorada Pedro envidia la suerte de su hermano. Y también se alegra, sabe que él se lo merece. Pero al ver lo bien que le va a su hermano no puede evitar compararse y sacar como conclusión que él, Pedro, va de fracaso en fracaso. Sabe que atraviesa por una depresión como nunca antes la ha tenido, pero no se lo dirá a nadie, no quiere preocupar, piensa que saldrá de eso. ¿Cuándo? No lo sabe.
Están así hasta que llegan las nueve y su mamá sirve la cena. Mientras comen ven el programa de espectáculos más sintonizado del país. Pedro se divierte, tiene que divertirse para que la depresión no le juegue una mala pasada con el tiempo. Leyó en Internet que la tristeza también ocasiona enfermedades. Luego de la cena su hermano sale para dejar a su enamorada. Pedro se queda un rato con su mamá en la sala, exactamente hasta que comienza la novela brasileña que ella ve a las 10. Es en ese momento que regresa a su encierro. Nuevamente, antes de entrar a su cuarto, mira por la rendija: la pierna de su padre. Lo escucha roncar. Estos últimos años lo ha considerado un fracasado. Ahora que Pedro ya ha entrado a su cuarto y se ha echado en el camarote a seguir viendo televisión sólo porque quiere escuchar ruido y distraerse, y así no verle la cara a la soledad, entiende un poco a su padre. Toma conciencia de que su posición física y la de su padre es la misma en ese momento. Dos hombres que se sienten derrotados echados en una cama frente a un televisor. Entiende que los dos han sido golpeados, que están aguantando. Y sabe que su padre aguanta más. Le provoca levantarse y sentarse a su lado, ver televisión.

Texto agregado el 04-09-2008, y leído por 110 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
04-09-2008 a mi me gustó divinaluna
04-09-2008 Estoy de acuerdo con cvargas. A una buena idea, le falta desarrollo y maor complejidad. No hay sorpresa en el texto. juan-selva
04-09-2008 También pudo titularse "La pierna de mi padre". Me parece que le pusiste mucho detalle a la escena y menos historia, contenido esencial, salvo al final. Pero no digo que sea mala la intención de narrar las circunstancias por las que atraviesa Pedro. cvargas
 
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