El otro día un amigo me preguntó si los malos hábitos del carácter o de personalidad se quitaban. No lo pensé mucho, le respondí que no, que en su mayoría se van reforzando y la razón es muy sencilla. Siempre habrá algo que compruebe lo que queremos pensar.
Por ejemplo, el neurótico que gasta la mitad de su día previniendo y organizando, en un intento de mantener el control, hallará el momento correcto para comprobar que más de la mitad de su vida no ha sido un gasto innecesario de energía.
El amargado que odia a la gente, encontrara razones y razones para odiarla.
El obsesivo con la limpieza te relatará una serie de datos que él ha vivido en carne propia y por los cuales uno debe temer a contagiarse.
El caótico, comprobará citando la vida de otras personas, para demostrar por que no hay que tomarse en serio las cosas.
El esquizoide (el que no sale de su casa), pues ni qué decir de él. Hay un mundo afuera que comprueba por qué no debe salir.
Solamente el narcisista (que piensa que todo lo merece, que todo gira a su alrededor y que él es lo máximo), rápidamente se va dando cuenta de su realidad y se vuelve menos egoísta y su omnipotencia se va reduciendo. La vida le da sus sapes y le quita lo tarado, pero ya hasta que está viejo.
Etcétera.
Lo cierto es que si queremos convencernos sobre lo odioso o lo nefasto que es algo o alguien, no nos faltaran excusas. Así de frágiles pueden llegar a ser nuestras convicciones y estar basadas en ideas que alguien o algo más impuso en nosotros.
¿Qué hábitos o creencias tienes que sirven para otros?, ¿qué te molesta de ti o de los demás, que te gustaría cambiar? Tal vez nuestra vida sería completamente diferente, pero seguimos igual.
Si los aburrí, lo siento, pero por algún motivo sigo pensando que es bueno pensar y conversar con todos ustedes.
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