Hace mucho tiempo, en un lejano reino, vivía una joven y bella hechicera solitaria en su castillo.
Su magia se alejaba siempre de hacer el mal a nadie, he intentaba ayudar en lo que podía a las personas que así se lo pedían. Confiaba en la magia de la naturaleza, de las gemas, de las hierbas, y sobre todo en el poder de la palabra y del pensamiento.
Sentía un gran vacío en su alma, que nada ni nadie lograba llenar, por lo que se preguntaba sin cesar por su papel en la Tierra, qué finalidad tenía la vida... en fin, las eternas dudas existenciales que agobiaban a su pobre alma.
Un día, conoció a un apuesto y joven caballero que vivía muy lejos de su reino. Solitario y melancólico también en su castillo.
A pesar de la distancia física que entre ellos existía, conectaron desde un primer momento.
Mantenían entre sí una especie de conexión empática, que ella en principio lo definió en su fuero interno como una buena amistad, pues él, siempre le dedicaba bellas palabras que necesitaba oír, o en el mejor de los casos, lo que tenía que decirle, que no siempre se corresponde con lo que queremos escuchar. Fuere como fuere, sus palabras siempre le llegaron hasta el fondo de su alma.
Tenía algo especial que ella percibía a través de sus letras, que reflejaban toda su Esencia, su Verdadero Ser, su Alma. Cada vez que le leía sentía bellas emociones que inundaban su corazón y su alma. Escalofríos recorrían su cuerpo, como si notara la presencia de su amado a su lado. Era una sensación mágica, única y especial que la hacía sonreír, y la llenaba de Vida y de Felicidad. Sentir esta dulce compañía era el mejor de los regalos que le podía hacer esta vida (entre otros).
Dado que vivían muy lejos el uno del otro, se comunicaban a través de mensajeros y en ocasiones por medio de palomas. Esperar sus epístolas era un suplicio, pues por muy rápidas que le llegasen siempre le parecía una eternidad. Pues el tiempo a su lado mutaba su mundana forma haciendo que las horas corrieran como segundos y los segundos sin él, transcurrían lentos cual si se tratase de meses.
Una malvada y vieja bruja que estaba enamorada del apuesto caballero, decidió que debía hacer algo para que él se fijara en ella.
Tramó un astuto plan (o eso creía ella).
Decidió interceptar los mensajes que ambos amantes se enviaban y tergiversar las palabras de ella para hacer creer a su amado que ella se estaba riendo de sus sentimientos, que no eran reales, que tan sólo se estaba divirtiendo con él. Lo cual era falso, obviamente.
La distancia y la perseverancia de la bruja sembraron la duda en la mente del caballero, no así en su corazón. Pues se negaba a creer que lo que percibía en las letras de ella era falso.
Por otra parte, la hechicera también recibía mensajes que le hacían sospechar que el caballero la estaba engañando y manipulando a su antojo con oscuros fines. No le decían cuáles, tal vez jugar, como otras veces había hecho ya antes.
Estas acusaciones sembraron sospechas entre ambos... Ella al menos las sentía falsas, pero su razón le indicaba que si tanto se lo decían, tal vez fuera verdad. A parte de ello, toda una serie de desafortunadas casualidades, tal vez intencionadas por parte de otro oscuro ser, le hacían sospechar más. Ella por su particular misticidad, nunca creyó en las casualidades... pero tal vez, fuese posible que en esta ocasión si fuera una desafortunada casualidad.
Por suerte para ambos, ella siempre fue más "sentimental" que racional, y se fiaba más de lo que le indicaba su corazón que de lo que le decían otras personas. Y por lo que percibía, él también era más sensitivo que racional.
El Amor que entre ambos existía era de una naturaleza especial, nada que ver con el amor en general. Se percibía una extraordinaria Pureza en los sentimientos de ambos, que hacía a cada uno de ellos percibir calma y sosiego cuando se "sentían". Se trataba de un Amor Verdadero, de los que persisten a través del Tiempo y la Distancia. Como si se conocieran de Toda la Vida.
Gracias al poder de los Sentimientos de ambos y a la Fuerza del Amor, pudieron escapar al influjo de las fuerzas oscuras que intentaban por todos los medios interponerse en su Amor y dejarse llevar por sus sentimientos sin más reticencias por parte de ninguno de los dos. Pues la fuerza de sus corazones era mucho más fuerte que cualquier maleficio que pudiese lanzar la malvada bruja.
Sus almas estaban conectadas de una manera especial, mágica, y eso no lo podía separar nadie ni nada. Ni tan siquiera el Tiempo y la Distancia.
Y como suele ocurrir, la Bondad y la Pureza de los Sentimientos del Amor Verdadero triunfó sobre la Maldad.
|