Los hijos
Si debo pagar alguna deuda terrenal,
Cargando una cruz por todo este tiempo,
Dejo jirones de piel como garantía,
Con mi sangre lleno el cáliz de tu templo.
Arráncame la vida en el momento indicado,
Condena al purgatorio mi alma impía
Arriba he de llegar con la cuenta saldada
Sin nada en el haber, con la alforja vacía.
Pero no me cobres con mis hijos que son sagrados,
Ni parte de mi patrimonio, ni están en mi balance,
Que ni una espina de rosa lesione sus dedos,
Ni la enfermedad ni el dolor jamás los alcance.
Te entrego mi cuerpo, ya que tienes mi alma,
Mis jardines de sueños, mis flores de esperanza,
El castillo de nácar construido con suspiros,
El maíz del camino, que es toda mi labranza.
No me toques mis hijos que son más que mi vida
Dame sólo una cosa blanqueando mis cabellos,
Cúmpleme el pedimento sin que pese hacerlo,
Solo deja irme a tu encuentro, primero que ellos.
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